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Yo estuve en... Los atentados terroristas en París

¿Qué haría usted si en plena cena con amigos en un restaurante cualquiera se encuentra en medio de un ataque de extremistas islámicos? Les pasó a tres mujeres en la capital francesa, y ésta es su historia.

Ricardo Abdahllah
27 de diciembre de 2015 - 02:00 p. m.
Este es el dibujo de Anna con el que los internautas pueden tomarse una fotografía en conmemoración de las víctimas de los atentados.
Este es el dibujo de Anna con el que los internautas pueden tomarse una fotografía en conmemoración de las víctimas de los atentados.

Anna, Marion y Aurélie, eran tres amigas que salieron a cenar en París el 13 de noviembre. Esa noche, la capital francesa viviría los ataques más trágicos de su historia reciente. Para la cena de reencuentro, las hermanas Marion y Anna Pétard-Lieffrig, escogieron Le Petit Cambodge, a dos pasos del hospital Saint Louis, el décimo distrito de París, una zona de cafés y restaurantes tradicionalmente abarrotados los fines de semana.

El restaurante tenía tan buena reputación, que los clientes siempre terminaban comiendo codo a codo con los de la mesa vecina.

Para evitar esperar de pie y hacer largas filas se volvió costumbre darle el número del celular a uno de los meseros, y mientras tanto tomar una cerveza en el local vecino, Le Carillon. Hace cuarenta años que los Amokrane, una familia de inmigrantes de la kabylia argelina, abrieron este bar, en donde durante “la hora feliz” medio litro de cerveza valía 3 euros. En París, más barato imposible.

Anna y Marion eran hijas de una pareja de carniceros de la población de Monthou-sur-Bièvre. Ese viernes 13 volverían a verse después de que Anna, la menor, hubiera pasado varios meses en Barcelona.

Era también en la capital catalana donde Marion había estudiado música antigua luego de graduarse del Conservatorio de París. Fanática de la bicicleta, Marion también tenía un trabajo en la Ópera de Bastilla y había sido profesora en la Escuela de Música de Beaugency. Se preparaba para partir rumbo a Palermo (Italia) y realizar su segundo año de maestría.

Anna, feminista y militante contra la homofobia, era diseñadora gráfica. Luego de varias prácticas, entre ellas una en Reporteros Sin Fronteras, había conseguido un contrato fijo que debería empezar en diciembre. Tenía 24 años y ya contaba en su hoja de vida con afiches de 3 x 4 metros utilizados en las estaciones del metro parisino.

Aurélie B. dice que Anna, su amiga de toda la vida, le había dado un dibujo del que se sentía particularmente orgullosa. Una representación de Ganesh, un dios hindú, “el destructor del mal y los obstáculos”. Aurélie era la tercera invitada a la cena. Gravemente herida, su nombre figuró entre los desaparecidos en los días posteriores a los ataques, que dejaron 128 muertos y más de 350 heridos. El peor ataque terrorista en la capital francesa de los últimos tiempos.

La idea de que el dibujo de Anna debería viajar por el mundo y convertirse al mismo tiempo en un símbolo de paz y en una manera de recordar a las personas que perdieron la vida en los atentados, le vino a Aurélie el 23 de noviembre, mientras tenían lugar los funerales de Anna y Marion, y a los que no pudo asistir por su estado de salud.

El padre de Aurélie fue quien comenzó a difundir el dibujo de Anna al depositar una impresión en gran formato entre los miles de flores y velas dejados por los transeúntes frente al Carillon y el Petite Cambodge. De Anna dice que era una chica que “vivía para el dibujo y por el dibujo”. De su hija que “ella quiere que, ya que sobrevivió, su vida sea un homenaje a las de sus amigas”.

“Vamos por buen camino”, dice su hermana Raphaëlle, “pero no podemos dejar de pensar en todas las personas que no tuvieron la misma suerte que nosotros”. Aurélie ha pasado una larga temporada en el hospital y durante los próximos meses aún tendrá que enfrentar varias cirugías.

“La segunda vida comienza cuando entendemos que sólo hay una sola”, dice Aurélie, quien pensó en los días posteriores a ese viernes 13.

“Yo sé que a Aurélie le gustaría recibir fotos de gente por el mundo con el dibujo de Anna”, dice Lina, una de sus amigas. Por eso, como regalo en estos días, le dará un libro con las fotografías de personas posando con la imagen en diferentes lugares del mundo “o como afiche en un muro o en una habitación o proyectado en una pared, lo importante es que sienta que ese homenaje continúa”.

Para recibir las imágenes ha abierto la cuenta de correo:
colomlina2@hotmail.com.

Por Ricardo Abdahllah

 

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