Unas barras no tan bravas

La Secretaría de Gobierno y los hinchas reviven el plan “Goles en Paz”. Los aficionados buscan territorializar el Plan Decenal de Fútbol en la capital, para potencializar el barrismo social en sus comunidades. Aquí la historia.

Valerie Cortés Villalba
25 de enero de 2020 - 03:00 a. m.
Unas barras no tan bravas

La fiesta del fútbol profesional regresa este fin de semana a los estadios colombianos y en el estadio El Campín de Bogotá este domingo se encontrarán las hinchadas de Millonarios y el Deportivo Pasto. Aunque no será un compromiso de alta tensión, sí será el punto de partida para retomar la idea de erradicar la violencia de este escenario y convertirlo en uno de integración social y familiar alrededor del deporte.

Y al parecer se ha avanzado en este camino. Según el Instituto Distrital de la Participación y Acción Comunal (IDPAC), en los últimos tres años han disminuido un 69 % las riñas entre barras en el estadio, al pasar de 23 casos en 2017 a siete en 2019. Además, en el último año disminuyó en 80 % el número de armas blancas incautadas a la entrada de los estadios de la capital (75 en 2018 a 16 en 2019).

Los resultados hacen parte del programa que implementó la anterior administración, denominado “Más Fútbol, Más Vidas”, que avanzó en el control de agresiones, impulsó emprendimientos con integrantes de las barras futboleras e institucionalizó los indicadores de medición, por medio del Observatorio Distrital del Juego Limpio del IDPAC.

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El actual director del IDPAC, Alexánder Reina, asegura que recibió la entidad con un balance positivo y que, en la actual administración, se trabajará para mantener los resultados y fortalecer otros aspectos. “El año pasado no se presentó ningún incidente grave en los 450 partidos con hinchadas visitantes. Además, 500 jóvenes barristas se formaron en participación ciudadana. Eso repercute y se ve en el estadio. Seguiremos trabajando por el respeto con el otro”.

Si bien el Distrito ha avanzado en términos de seguridad, también las hinchadas han puesto de su parte y han trabajado en sus territorios a partir del barrismo social; es decir, proyectos con un enfoque de transformación social en los territorios.

La Guardia Albi-Roja Sur, barra popular de Santa Fe, creó hace tres años una escuela de fútbol, que hoy cuenta con 116 niños matriculados. Diego González, uno de sus líderes, narra que este proyecto fue iniciativa de varios jóvenes de la barra, que hacían parte de parches conflictivos. “Estaban terminando su formación en carreras como educación física, nos presentaron la propuesta y la apoyamos. Ahora son sus profesores”. A esto se suma su escuela de formación musical y un pódcast deportivo llamado “Radio Tribuna Roja”.

Por su parte, Comandos Azules también cuentan con iniciativas de valor cultural. “Comanditos a Estudiar” fue un proyecto de esta barra de Millonarios, con la cual se han recaudado útiles escolares para los niños más vulnerables, y fundaron la Escuela Musical Embajadora, en la que los jóvenes se forman para participar en la orquesta de la barra. Así mismo, los Comandos han abierto espacios de participación para que los hinchas integren los comités que conforman la barra.

Algunos hinchas aseguran: “Lideramos los programas sociales, porque nos nace. No podemos negar que aun hay violencia, pero eso no es lo que nos mueve. Creemos en la cultura, en el valor de la educación”. Las hinchadas les apuestan a estos proyectos de barrismo social, los cuales, seguramente se podrían potencializar si existiera una política pública en la capital.

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Un esfuerzo de años

Estos resultados no son gratuitos. Para llegar a ellos, en las últimas dos décadas la administración ha implementado programas que apuntan a la prevención de la violencia dentro y fuera del estadio. Así lo detalla el libro Goles en paz: crónicas de una década (1999-2009), que recopila las estrategias entre hinchadas y autoridades distritales para celebrar el fútbol en paz. Acciones colectivas como los semilleros de paz, oportunidades laborales y espacios de participación, han servido para reducir las agresiones incluso entre miembros de las mismas barras.

“Las barras son organizaciones sociales, con dinámicas propias y un gran poder de convocatoria y articulación interna. La violencia entre aficionados ha existido, pero no se puede estigmatizar a estos jóvenes”, insiste Andrés Dávila, docente e investigador de la Universidad Javeriana. De hecho, las hinchadas en Bogotá, asegura Dávila, han sido parte fundamental de la construcción del tejido social en sus territorios.

Reconocer esto ha sido en parte clave del éxito. Alirio Amaya, experto en temas de seguridad y convivencia en el fútbol, resalta que Bogotá es referente en la construcción de estrategias participativas y de seguridad, debido a que han trabajado de la mano con los hinchas. “El programa ‘Goles en Paz’ comenzó en los 90, en la primera administración de Peñalosa. Desde entonces, durante doce años, se consolidaron planes como el protocolo en los estadios, la guía de seguridad en encuentros deportivos y los compromisos con barristas”, añadió Amaya.

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Retomando “Goles en Paz”

Erradicar la violencia del fútbol ha sido una meta nacional y para ello se han hecho múltiples esfuerzos, como la ley 1270 de 2009, que creó la Comisión de Seguridad, Comodidad y Convivencia en el Fútbol (Cnsccf); el decreto 1007 de 2012 estableció el Estatuto del Aficionado, y en 2014, se diseñó el Plan Decenal de Seguridad y Convivencia en el Fútbol.

Este último no es más que una ruta de acción que se debe adaptar al contexto de cada municipio, bajo dos perspectivas: la primera relacionada con el control y la prevención de violencia asociada al fútbol. La segunda con un conjunto de estrategias que incluyen oportunidades de educación, trabajo y participación.

En el fondo, lo que busca este plan es que el esfuerzo se transforme en una política pública, que garantice la continuidad de los programas que buscan erradicar la violencia de los escenarios deportivos. “La política pública debe garantizar una coordinación descentralizada que permita, a partir del fútbol y de sus hinchas, una transformación en los barrios. Para lograrlo, se requiere dinamismo en cuanto a recursos”, agrega Amaya.

Esta tarea ahora está en manos del secretario de Gobierno, Luis Ernesto Gómez, quien mientras fue viceministro del Interior presidió la Cnsccf, por lo que conoce su funcionamiento. Y al parecer ya empezó a trabajar en el asunto. El funcionario, junto a las barras futboleras, anunció la reactivación del programa “Goles en Paz” y el primer paso fue convocar la Mesa Distrital de Barras, la cual estuvo inactiva por cuatro años. Ese será el espacio donde las hinchadas finalmente podrán formular una propuesta para territorializar el Plan Decenal en todas las localidades y de esta manera trabajar por una meta clara: celebrar el fútbol en paz.

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