El Salvador: una bomba de tiempo en medio de la pandemia

El presidente salvadoreño, Nayib Bukele, ordenó el uso de la fuerza letal para combatir la violencia. Pandillas, crimen y abuso de poder: el coctel explosivo.

redacción internacional
28 de abril de 2020 - 12:00 a. m.
El Salvador: una bomba de tiempo en medio de la pandemia

La forma de gobernar de Nayib Bukele, jefe de Estado de El Salvador desde el 1.° de junio de 2019 y quien se autonombró como el presidente más cool del mundo, está cruzando todos los límites. Sus métodos no solo son peligrosos, sino que sus últimas medidas han activado una verdadera bomba de tiempo en uno de los países con los índices más altos de violencia y violación de derechos humanos.

“Estamos ante un escenario muy delicado, la situación es demasiado peligrosa y preocupante”, declaró a la AFP el coordinador de la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador (CDHES, no gubernamental), Miguel Montenegro.

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Se refiere a las últimas decisiones de Bukele, quien a través de su cuenta de Twitter (gobierna a punta de redes sociales) autorizó a la Policía y al Ejército a utilizar “fuerza letal” para defender a la población y combatir a las maras (pandillas): “El uso de la fuerza letal está autorizado para defensa propia o de la vida de los salvadoreños”, anunció. Y agregó que su Gobierno se hará cargo de la defensa legal de aquellas personas que sean “injustamente acusadas por defender la vida de la gente honrada”.

“Es una orden que rompe con la legalidad” y puede derivar en un “uso excesivo de la fuerza”, afirmó el director de la Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho (Fespad), Saúl Baños. El jurista Dennis Muñoz, abogado constitucionalista, afirmó al Diario de Hoy, de San Salvador, que “es absurdo y aberrante dar una orden de letalidad a los agentes de autoridad, porque no está enmarcado en la ley”.

Bukele hizo el anuncio luego del repunte de la criminalidad: en apenas dos días, cincuenta personas fueron asesinadas en medio de una cuarentena obligatoria y cuando los números violentos comenzaban a ceder. Las autoridades sospechan que son los cabecillas de las maras, que se encuentran en prisión, los que ordenaron aumentar los delitos, aprovechándose de la pandemia, pues el ejército y la policía están dedicadas a vigilar el cumplimiento de las medidas para frenar el avance del coronavirus, que deja casi 300 contagios y 9 muertos.

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Por eso Bukele emitió otra orden polémica: para neutralizar a los pandilleros decretó el estado de emergencia en las cárceles, ordenó el encierro total de los presos durante 24 horas y unificó pandillas rivales en las celdas, algo que no ocurría desde 2002, cuando se separaron para evitar muertes masivas en las prisiones. En las cárceles salvadoreñas hay 12.862 pandilleros, según datos de la Dirección de Centros Penales entregados a Reuters.

“Vamos a hacer que los pandilleros que cometieron esos homicidios se arrepientan toda su vida de haber tomado esa decisión” escribió en Twitter Bukele. La unificación carcelaria de las pandillas es “una bomba de tiempo” que puede explotar en cualquier momento, advirtió Miguel Montenegro de la Comisión de Derechos Humanos, quien señaló como responsable al Gobierno de las posibles consecuencias.

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Las pandillas rivales Barrio 18 y Mara Salvatrucha, con cerca de 70.000 miembros, siembran el terror en comunidades bajo su control, se dedican al sicariato, el narcotráfico y la extorsión de comerciantes y transportistas.

Para el analista y profesor universitario Juan Ramón Medrano, el aumento de los homicidios por parte de las pandillas puede tratarse de una “presión para algún tipo de negociación” con el Gobierno en la búsqueda de “prebendas” o apoyo económico.

Jannette Aguilar, investigadora salvadoreña, le dijo a la AFP que lo de Bukele es una “respuesta mediática que provocará un baño de sangre, pero que al final potenciará a las pandillas que se han fortalecido como verdaderas autoridades en las comunidades”.

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Pero a Bukele le gustan los likes. Cada terremoto institucional que causa es seguido por una ola de felicitaciones populares en redes sociales: como el pasado 9 de febrero cuando se tomó el Congreso escoltado por militares presionando para que le aprobraran el presupuesto de un plan de seguridad; o hace unas semanas cuando el Congreso le negó una prórroga de la “emergencia nacional”, decretada en el marco de la pandemia, acusando a Bukele de “abuso de poder.

El presidente no tuvo reparo en firmar un decreto ejecutivo que le mantiene los poderes excepcionales y calificó como un “chiste” el intento de frenarlo. “Ninguna resolución está por encima del derecho constitucional a la vida y salud del pueblo salvadoreño, seguiré aplicando el decreto al ciento por ciento”, sentenció.

Un ejemplo de lo que ya advertían analistas sobre el peligro que representa el coronavirus para las democracias: “El auge de demagogos y populistas que encontraron en la pandemia un marco peligroso para cometer abusos”, según explicaba en este diario el historiador Miguel Benito.

Por redacción internacional

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