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Tras caos electoral en EE. UU., ¿hora de repensar su sistema de votación?

Estados Unidos estuvo cuatro días sin saber el nombre del ganador de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre. ¿Fraude?, como ha dicho Donald Trump. No. Esto es porque cada estado tiene sus reglas electorales, tiempos y formas de contar los votos.

María Paula Ardila
10 de noviembre de 2020 - 01:00 p. m.
La idea es que la administración electoral esté lo más descentralizada posible. Y aunque tiene sus ventajas a la hora de evitar una concentración del poder, algunos dicen que el sistema es un desorden y da pie para teorías conspirativas y desinformación. EFE/EPA/ERIK S. LESSER
La idea es que la administración electoral esté lo más descentralizada posible. Y aunque tiene sus ventajas a la hora de evitar una concentración del poder, algunos dicen que el sistema es un desorden y da pie para teorías conspirativas y desinformación. EFE/EPA/ERIK S. LESSER
Foto: EFE - ERIK S. LESSER

Aunque el sábado el mundo se enteró de que Joe Biden era el ganador de las elecciones más reñidas de los últimos tiempos en Estados Unidos, lo cierto es que la larga espera, la incertidumbre y parte del caos electoral que se vivió se debe al complejo sistema de votación del país.

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Resulta que en la democracia más sólida del planeta no es lo mismo votar en Florida que en Wisconsin o Nevada. Esto es porque cada uno de los 50 estados y el Distrito de Columbia tienen sus propias reglas electorales. El registro de votantes, el recuento de votos, la prevención de fraude, la tecnología en el proceso electoral y la divulgación de los resultados puede variar en todos los estados. La idea es que la administración electoral esté lo más descentralizada posible. Y aunque tiene sus ventajas a la hora de evitar una concentración del poder, algunos dicen que el sistema es un desorden y da pie para teorías conspirativas y desinformación.

En Pensilvania, por ejemplo, la Corte Suprema del estado emitió un fallo que extendió el plazo de recepción de las boletas por correo, por lo que se podían recibir las boletas hasta tres días después de las elecciones. En cuanto al conteo de votos, aunque una parte de los ciudadanos votaron de forma anticipada, esas boletas no podían comenzar a procesarse hasta las 7 a.m. del 3 de noviembre. Por supuesto hubo demoras y pese a que faltaban más de 1 millón de boletas por contar, Donald Trump declaró que había ganado en Pensilvania.

El cuento fue diferente para Michigan y Wisconsin, estados claves y muy disputados. Ninguno tenía un plazo adicional para entregar las boletas por correo y cada uno podía empezar a procesar los votos en días diferentes. De hecho, en estos estados se contaron primero los votos del 3 de noviembre que las boletas por correo y los votos ausentes. De ahí que vimos un cambio de tendencia; ambos parecían pintarse de rojo, pero al final, con los últimos conteos, Biden tomó la delantera. Esto alteró los ánimos del presidente, quien pidió un recuento de votos en Wisconsin y exigió detener el escrutinio en Michigan alegando fraude electoral.

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Por este mismo desorden, Estados Unidos se despertó sin saber quién había ganado las elecciones presidenciales en el año 2000. Los resultados fueron tan estrechos en Florida –estado decisivo en la carrera por la Casa Blanca–, que algunos expertos decían que el margen de error superó el margen de la victoria. ¿Cuál fue el problema? La tarjeta perforada no registró muchos votantes de forma precisa en 40 condados del estado.

De ahí que Florida cambió su sistema y autorizó la votación con escáner y pantallas táctiles. A esto se suma la falta de claridad en las instrucciones que llevaron a algunos votantes a marcar sus boletas dos veces, por lo que fue necesario modificar las papeletas y capacitar a los trabajadores. Y no solo eso, lo que pasó en esas elecciones irritó tanto al Congreso en 2000, que se creó la Comisión de Asistencia Electoral de Estados Unidos, la cual proporcionó dinero para modernizar el equipo de votación.

Pero, a pesar de los problemas, plantear una reforma al sistema parece un insulto a la democracia del país. Los demócratas han reconocido que las reglas necesitan ser reformadas, e incluso en 2018 cuando ganaron la mayoría en la Cámara de Representantes, redactaron un proyecto de ley para reformar las normas.

Anticipando la crisis que vendría en las elecciones de este año, un grupo de analistas y expertos estadounidenses publicaron una carta abierta señalando un buen número de fallas del sistema y advirtiendo que, tarde o temprano, habría una crisis. Los estudiosos pidieron reconsiderar la forma en que se cuentan los votos, los tiempos, hasta cuándo se cuentan esos votos, cómo se financian las elecciones, cómo se determinan los distritos electorales, entre otras cosas.

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Como siempre ha pasado en el país, la solo sugerencia de que había que tocar las normas democráticas fueron ignoradas. ¿Es hora de reformar cosas de la democracia estadounidense?

Max Fisher, columnista de The New York Times, explicaba en un artículo de opinión cómo “no debe confundirse ese sesgo del statu quo, esa sensación de que si algo no ha cambiado durante mucho tiempo sería malo cambiarlo”. Y señaló que “esas normas siempre han sufrido altibajos, pero ahora parecen estar colapsando. Están siendo reemplazadas por nuevas reglas, en las que los actores partidistas explotan esas disposiciones para su propio beneficio”.

Y aquí entran al debate el Senado y el Colegio Electoral, que le otorgan más poder al voto rural y a los estados bisagras. Justo lo que pasó la semana pasada. Al parecer, explican analistas, esas métricas de cuándo se fundó el sistema no sirven en la democracia actual.

“La democracia estadounidense no solo es peculiar, sino también es injusta. Cinco veces en nuestra historia los candidatos presidenciales que han ganado más votos populares que su oponente han perdido las elecciones. ¿Por qué? Nuestro sistema de hace 230 años para elegir al presidente, conocido como el Colegio Electoral”, dijo Jesse Wegman, miembro del consejo editorial de The New York Times en un análisis.

Y es que no solo se trata de la forma en la que los estados deciden sus propias reglas electorales. Cada uno tiene un peso distinto en el Colegio Electoral; un peso que se vuelve determinante a la hora saber quién se queda con la Casa Blanca.

Y aunque el 61 % de los estadounidenses apoyan la abolición del Colegio Electoral, de acuerdo con Gallup, hay intereses políticos de por medio que hacen más difícil una posible reforma.

Según la organización Fair Vote, se han propuesto al menos 700 enmiendas para modificar o abolir el Colegio Electoral. Uno de estos intentos fue en 1979, después de la apretada elección entre Jimmy Carter y Gerald Ford, en 1976. El senador Birch Bayh presentó una propuesta para abolir el sistema. La medida falló en el Senado por 51 votos contra 48. Debido a su fracaso la Cámara decidió no votar sobre su versión de la propuesta.

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El Colegio Electoral es un sistema para otros tiempos. “En el siglo XVIII la palabra democracia no tenía el mismo valor que ahora. Y era todo lo contrario: la tiranía de las mayorías. Se quería evitar que la persona que concertara el poder recibiera esa tiranía, y que las mayorías aplastaran a las minorías”, explicó Alejandro Bohórquez, docente de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana.

Después de la larga espera de este año por los resultados, ¿es la hora de la reforma? No cuenten con eso. La división partidista (los republicanos se benefician más del sistema) hará que el tema siga siendo intocable. Mientras el 69 % de los demócratas apoyarían un cambio, en el banco republicano solo el 23 %.

El camino sería una enmienda constitucional, que debe ser aprobada por 2/3 de la Cámara y el Senado, y la ratificación de los estados. El acuerdo, por ahora, luce imposible en un país dividido y más polarizado de los últimos tiempos.

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Aldemar(14308)10 de noviembre de 2020 - 05:06 p. m.
Revisen los titulares y dejen de repetir mentiras: no hubo ningún caos! Solamente hubo demora en el recuento porque debido a la pandemia, millones de personas enviaron los votos por correo y ese conteo es bastante demorado por riguroso!
Lorenzo(80456)10 de noviembre de 2020 - 03:53 p. m.
No ha habido caos electoral como se pretende hacer creer, el sistema electoral de Estados Unidos lleva funcionando desde que existe como nación. El problema está cuando la ultraderecha a la que pertenece Trump no admite los resultados como no admitirían en Colombia perder unas elecciones los fascistas de ultraderecha que compran votos y son apoyados por el narcotráfico para no perderlas.
Humarsa(21900)11 de noviembre de 2020 - 12:59 a. m.
Si hay tanta seguridad en la transparencia de las elecciones, entonces no hay nada que temer a una investicación jurídica; Trump tiene todo el derecho, la ley lo respalda. Si los demócratas tienen la certeza que los escrutinios se llevaron a efecto de manera correcta y no hubo fraude, pues dejen que el depto de justicia de E.U. haga su trabajo. Por ahora reflexionemos un poco con hondaestereo.com
Lorenzo(80456)10 de noviembre de 2020 - 03:55 p. m.
No se admitió que ganara Evo Morales, Maduro o cuando ganó Kitchner también se dijo que había existido fraude electoral. Los narcopolíticos sudamericanos no admiten que gane la izquierda y lazan todo tipo de bulos para seguir en el poder y compran votos y son apoyados por los narcotraficantes.
fulpo(02077)10 de noviembre de 2020 - 03:35 p. m.
Jajajajaj 😂por supuesto prestemosle a Alvaro Uribe Velez , el Software del DAS y las fotocopiadoras de La registraduria😂 ahi si Trump nunca mas perderia una sola eleccion mas y seria el ganador indiscutible con varios meses de anticipacion asesorado por el Centro Democratico y Vargas Lleras jajajaja😂😂😂😂😂
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