La guerra electoral en tiempos de paz: bajando el tono en la campaña política

Los recientes incidentes entre los seguidores de los candidatos presidenciales han abierto el debate sobre la temperatura del proceso electoral. ¿Se debe bajar el tono de la confrontación en redes sociales?

Lorena Arboleda Zárate @LorenaArboleda8 / Germán Gómez Polo @TresEnMil
20 de abril de 2018 - 10:30 a. m.
El debate en Manizales tuvo que ser cancelado por las manifestaciones violentas de algunos ciudadanos. / @DeLaCalleHum
El debate en Manizales tuvo que ser cancelado por las manifestaciones violentas de algunos ciudadanos. / @DeLaCalleHum

A principios de febrero, el entonces candidato presidencial de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), Rodrigo Londoño, conocido en la guerra como 'Timochenko', hacía campaña en la calle y probaba de frente el rechazo y la indignación de decenas de personas en Armenia que no estaban de acuerdo con su aspiración. Las banderas de la exguerrilla, desarmada y convertida ahora en partido político, eran quemadas por quienes también le recordaron su pasado al exjefe insurgente. Días después, ante lo que consideró como falta de garantías, la FARC suspendió el desarrollo de su actividad proselitista, pidió mayor seguridad y la judicialización de quienes atentaban contra la integridad física de los candidatos.

(Lea: La MOE hace un llamado urgente a la tolerancia en elecciones)

Un mes después, en Popayán, capital del Cauca, los abucheos caían sobre el expresidente y hoy senador Álvaro Uribe Vélez y la manifestación en las calles tomó tanto vuelo que fue necesaria la intervención del Esmad de la Policía Nacional. Del otro lado del país, en Cúcuta, la camioneta en la que se desplazaba el candidato presidencial Gustavo Petro recibió una pedrada en una ventana, en medio de la turba, integrada por simpatizantes y detractores. Petro, en principio, creyó que había sido un impacto de bala, pero la versión luego fue descartada por la Fiscalía General.

Son apenas tres episodios que dejan en evidencia la forma en la que se está desarrollando la campaña política, con los ánimos exacerbados de los electores y, sin duda, en medio de un ambiente que, pese al tiempo, sigue convulsionado. En el debate presidencial del pasado 5 de abril, organizado por El Heraldo en Barranquilla, hubo un conato de pelea entre los asistentes. Los candidatos y el director del diario tuvieron que llamar a la calma. Y el martes de esta semana, en Manizales, se tenía preparado un encuentro con los candidatos, pero se tuvo que cancelar por los desórdenes protagonizados por varias personas a las afueras del Teatro Fundadores, que no permitían el ingreso del exvicepresidente Germán Vargas Lleras ni del candidato del uribismo, Iván Duque. El enfrentamiento se fue a Twitter, en donde Vargas Lleras culpó de las agresiones a los seguidores de Petro, mientas que el exalcalde de Bogotá respondía airadamente a la acusación. Lo que prometía ser una confrontación de ideas, terminó siendo un foro pregrabado que fue retransmitido en la noche del miércoles.

(Lea: Por desórdenes de asistentes debate presidencial en Eje Cafetero será pregrabado)

Lo ocurrido generó un llamado de Alejandra Barrios, directora de la Misión de Observación Electoral (MOE), para que la ciudadanía rechazara las acciones de intolerancia en medio de la contienda electoral. “Es lamentable que la agresividad de una minoría de ciudadanos intolerantes, que no reconocen la importancia del debate informado, libre e inteligente, haya impedido la realización del debate público y televisado, programado por Telecafé (…) Los debates electorales lo que permiten es que quienes van a ser los futuros dirigentes del país presenten sus diferencias y propuestas de manera sustentada”, señaló Barrios, y recordó un reciente informe que revela que el 20 % de 8’188.417 mensajes analizados en redes, relacionados con las elecciones, “estaban cargados de intolerancia, agresividad y polarización”.

¿Estamos ante unas elecciones violentas? ¿Hay que bajarle el tono a la campaña electoral? ¿Qué motiva la agresión entre los votantes? Miguel García, director del Observatorio de la Democracia de la Universidad de los Andes, considera que si bien lo que ocurre no se puede considerar como normal o natural, tampoco estamos en una campaña violenta. “El país no está polarizado ideológicamente, no hay evidencia empírica de eso. El colombiano promedio es de centro, moderado. Lo que sí vemos es un alejamiento de las élites hacia los extremos, hay menos consenso”, señala García.

Explica que el expresidente Uribe ha jugado un papel particular como agente de división en la sociedad colombiana. “El uribismo es un fenómeno político de carácter populista que tiene un eco muy fuerte. Si uno ve las encuestas y las divide en posiciones ideológicas, no encuentra diferencias, pero si se divide entre uribismo y antiuribismo, hay una brecha. La gente se moviliza por las posiciones de esas élites”, apunta García. Según él, en esta elección hay un fenómeno nuevo que representa Gustavo Petro, un candidato fuerte de la izquierda que también contribuye a exaltar los ánimos en la otra orilla. Por esa razón, es claro que parte de la responsabilidad en la calentura electoral recae sobre las estrategias de los candidatos que han jugado a construir miedos y a convertir al contrario en una amenaza. “Si les bajan a sus agresiones en redes sociales, le podrían bajar a la agresión entre sus seguidores”, concluye.

(Lea: Colombia tiene una oposición visceral y destructiva: Santos)

Para el analista Francisco Miranda, columnista del periódico El Heraldo, la radicalización en el discurso político no es un asunto reciente en Colombia. De hecho, desde su perspectiva, el país lleva años padeciendo esas posturas polarizadas, sólo que se evidencian mucho más cuando se desarrollan en pleno debate electoral. “Se han generado estereotipos violentos, creados por los dirigentes que luego son apropiados por sus seguidores y empiezan a masificarse”, señaló Miranda, tras advertir del riesgo que sobre el lenguaje tiene ese tipo de comportamientos. “Entonces, la campaña está reproduciendo esos mensajes y les ha servido para conseguir votos, crear identidad entre los seguidores y condimentar una propuesta”, agregó.

Y si bien es cierto que en algunas campañas más que en otras el lenguaje proveniente tanto de sus candidatos como de sus seguidores tiende a ser más agresivo, se trata de una “sábana que cobija a todos por igual”, explica Miranda. En últimas, lo que está ocurriendo es el deterioro de la civilidad en el debate político, a pesar de que los aspirantes a la Casa de Nariño, entre ellos mismos, se traten con respeto en medio de sus diferencias. Pero no se trata, ni mucho menos, de una práctica a nivel local. El creciente desarrollo en las nuevas formas de comunicación, el acceso cada vez más fácil a los dirigentes políticos y los estímulos que, de por sí, representan las redes sociales, han generado este mismo fenómeno en las campañas electorales de todas partes del mundo. Por eso se hace necesario que desde los mismos candidatos que aspiran a gobernar el país se asuma una especie de autocontrol y se comprometan a desarrollar una campaña tranquila, en medio de un ambiente polarizado que parece no dar tregua. De hecho, el director de la Andi, Bruce Mac Master, convocó a Vargas, Petro, Duque, Fajardo, De la Calle y Morales a firmar un pacto de no agresión en ese sentido el próximo miércoles ¿Servirá?

Por Lorena Arboleda Zárate @LorenaArboleda8 / Germán Gómez Polo @TresEnMil

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar