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Una causa nacional

Antonio Casale
25 de julio de 2022 - 02:00 a. m.

Las jugadoras de la selección femenina de fútbol de Colombia, que no su cuerpo técnico ni los directivos, y su andar en la Copa América se han convertido en una causa nacional.

Esta noche, cuando ruede la pelota en Bucaramanga y las nuestras busquen la clasificación a la final y, de paso, si logran la victoria frente a Argentina, clasificar al próximo mundial y a los Juegos Olímpicos, nos sentiremos representados, después de tanto tiempo, por un equipo de fútbol.

Adentro y afuera de la cancha, ellas representan una escala de valores digna de imitar en varios campos de la realidad nacional. Desde el momento en que se supo que varias jugadoras de relevancia internacional no serían convocadas sin ninguna razón futbolística que lo argumentara, hasta la protesta por el parco arreglo de premios económicos al que llegaron, pasando por el anuncio de que no tendremos liga profesional este semestre, lo que significa que varias de esas futbolistas no tengan claro su futuro laboral una vez se termine la Copa, nuestras representantes han sabido mezclar el espíritu crítico hacia sus jefes con una categoría futbolística superior a todas sus rivales, para demostrar que una cosa es protestar y exigir lo justo y otra perseguir los sueños, representar al país y, sobre todo, jugar bien al fútbol.

Esta selección nos representa porque siempre busca el arco contrario, no tiene miedo, mezcla juventud con experiencia y es alegre en la cancha. Caicedo, Santos, Ospina, Usme, Vanegas, Montoya y Ramírez son apellidos que producen terror en las rivales. Cometen pocos errores porque están concentradas, circulan la pelota con propiedad y sorprenden cada tanto para machacar a las defensas contrarias.

Hoy el grado de dificultad subirá. Argentina fue al último mundial y Colombia no. Ellas saben que los deportes colectivos se les dan y no quieren ser inferiores. Las Leonas, en hockey, por ejemplo, quedaron subcampeonas del mundo la semana pasada. Sus equipos de baloncesto, voleibol y rugby siempre están en la élite global. No son, ni mucho menos, un equipo para mirar por encima del hombro.

Por eso mismo la de esta noche es una hermosa oportunidad para ponerle el moño a un regalo que Colombia se merece, un ejemplo de trabajo en equipo de un colectivo que, como todos los que están convencidos de sus objetivos, se hace casi invencible. Ojalá lo logren.

 

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