Maduro quiere ganar sin competencia

Algunos dictadores que posan de demócratas se valen de elecciones amañadas para perpetuarse en el poder. Daniel Ortega ganó en las urnas, pero antes encarceló o expulsó de Nicaragua a sus competidores. Los rivales de Vladimir Putin rutinariamente mueren envenenados, arrojados por las ventanas o asesinados en las cárceles, como Alekséi Navalny. Nicolás Maduro, por su parte, persigue y hostiga a los líderes de la oposición mediante campañas de difamación, detenciones arbitrarias, torturas y desapariciones. Y pretende ir a las próximas elecciones sobre seguro, después de eliminar cualquier posibilidad de perder el poder.

Uno de los mayores abusos del régimen bolivariano fue la inhabilitación de María Corina Machado para competir por la presidencia de su país, fruto de una decisión de la Contraloría General de la República, un organismo de bolsillo del chavismo. Maduro nunca podría ganarle a Machado en unas elecciones libres. No solo fue la triunfadora de las elecciones primarias del año anterior con el 90 % del voto, sino que, según las encuestas, es la clara favorita para derrotar a Maduro.

La inhabilitación de Machado fue la culminación de una serie de atropellos. La persecución ha tomado la forma de ataques personales, sanciones, campañas de difamación y obstáculos a su ejercicio político. Se ha prohibido la venta de tiquetes aéreos a María Corina y se impiden sus reuniones políticas en hoteles y otros recintos.

Al convocar elecciones, en forma sorpresiva, para el próximo 28 de julio, Maduro les pone conejo a los acuerdos y negociaciones con la comunidad internacional y la oposición de su país. Como ha dado muy pocos días para que se postulen los candidatos, el plazo culmina el próximo 21 de marzo, al tiempo que mantiene la inhabilitación de María Corina, en forma tramposa se dispone a ganar sin ninguna competencia.

María Corina Machado tiene varias alternativas para responder a la maniobra de Maduro. Con base en el enorme respaldo popular y el apoyo de la comunidad internacional, ella podría tratar de inscribirse para las elecciones y presionar su habilitación. En forma alternativa, podría designar y respaldar a un candidato opositor que no esté vetado, que recoja sus banderas y lidere la campaña para derrotar al dictador. Por lo pronto, ha descartado esta última opción.

Mientras tanto, es elocuente el silencio del Gobierno de Colombia ante las tropelías contra la democracia y los derechos humanos en Venezuela. Al tiempo que el presidente Petro protesta vehemente por supuestos abusos en los cinco continentes, nada dice sobre las agresiones de la dictadura chavista contra la democracia.

La complicidad del Gobierno de Colombia con el régimen bolivariano va en contra de los intereses y los principios de los colombianos. Nuestro país se beneficiaría de la democracia, la libertad y el respeto de los derechos humanos, así como de la prosperidad, la reducción de la pobreza, el comercio, el intercambio cultural y el retorno de muchos venezolanos a su tierra. Además, es del interés estratégico de Colombia que un gobierno alternativo de Venezuela, libre de ataduras con la delincuencia, se divorcie de las guerrillas, las bandas del narcotráfico y otras formas del crimen organizado que operan en ambos lados de la frontera y contribuyen a la violencia y la corrupción en nuestro país.