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En los últimos días los medios de comunicación colombianos se llenaron de una noticia que ha sido tendencia durante todo el año: la reiteración (porque las cifras no son nuevas) de que en Colombia han bajado los índices de natalidad. Sin duda, este ha sido uno de los temas del año, y entrando al tercer trimestre ya se ven cambios en las formas en que los medios lo cubren: en algunos casos se nota el esfuerzo por informar mejor, con contexto y matices; y en otros, se sigue cayendo (a veces a propósito, a veces no) en la promoción de pánicos sociales que benefician la agenda de grupos antiderechos. Esta es una noticia que parece técnica, porque se funda en unos datos demográficos, pero si ha sido el tema del año es porque es tremendamente política, y aún más con las elecciones del año que viene.
Hubo de todo. Quizás el peor titular fue uno tremendamente amarillista: “El fin de los niños, o sobre la ‘coreanización’ de la natalidad en Colombia”, para mi sorpresa, pues no suele ser su estilo editorial, de Razón Pública. Acá Leonel Buelvas hace unas cuentas alegres para decir que la natalidad en Colombia está descendiendo tan vertiginosamente como en Corea del Sur, obviando las cien mil diferencias entre una circunstancia y la otra, y con una comparación que se siente mañosa si se tiene en cuenta que en el contexto flotan temas como el temido movimiento 4B, un movimiento en el que algunas coreanas han decidido desvincularse totalmente de los hombres en respuesta al machismo que viven, y esto, por supuesto, incluye no tener hijos.
También hay ejemplos de buenas prácticas. El Universal hizo un esfuerzo por explicar que la inclinación de la caída en la tasa de natalidad comienza a moderarse, pero eso no se ve reflejado en el titular ni en la foto de stock con las tiernas manitas de un bebé y su madre. En El País incluyen en el titular que esa reducción implica una buena noticia: que han disminuido las maternidades forzadas en niñas y adolescentes, y además en el cuerpo de la noticia explican cuáles son las ventajas económicas de la disminución de maternidades tempranas. El Espectador también hizo grandes esfuerzos por explicar la noticia con matices: un editorial que llama a crear estrategias para ajustarnos a lo que sin duda es una nueva realidad mundial, un video de La Pulla explicando el tema a profundidad, y una nota explicando las múltiples causas de la baja natalidad. Pero en sus redes sociales las publicaciones, hechas el 28 de septiembre, omitieron todos los matices.
Ojalá que en la discusión pública podamos hacer una lectura más interesante de estos datos, y que sea una oportunidad para empezar a preguntarnos qué es lo que tenemos que hacer para que quienes sí quieren tener hijos puedan hacerlo en condiciones libres y dignas que no estén marcadas por el sacrificio. Detrás de los datos demográficos que parecen fríos, no solo hay una pugna política, también hay personas que están tratando de vivir “vidas que valgan la pena ser vividas”.
