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Dos potencias, dos miradas: el lugar de Colombia en las estrategias de EE. UU. y China

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David Castrillón-Kerrigan
17 de diciembre de 2025 - 02:17 p. m.
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En estos días turbulentos, América Latina y el Caribe vuelve a asomarse en el tablero geopolítico como región en disputa. No porque haya cambiado la región, sino porque ha cambiado el mundo. Vivimos un tránsito acelerado hacia la multipolaridad. Y, en ese tránsito, las potencias formulan proyectos distintos sobre cómo debe organizarse el orden internacional y sobre el lugar que ocupan regiones como la nuestra.

Dos documentos publicados esta semana ilustran bien este punto. El primero es la Estrategia de Seguridad Nacional de la administración Trump. El segundo, el nuevo Documento de Política hacia América Latina y el Caribe de China. Leídos juntos, parecen describir no solo dos agendas, sino dos imaginarios de mundo. Y, para un país como Colombia—situado hoy en el centro de la conversación hemisférica por razones tan delicadas como las recientes operaciones armadas estadounidenses en el Caribe y la amenaza explícita de extender acciones a territorio colombiano—esta diferencia importa.

La Estrategia de Seguridad Nacional de EE. UU. retrata a la región como una espacio vulnerable, que necesita ser “asegurado” por medio de una versión modernizada de la Doctrina Monroe. Bajo ese marco, Colombia es presentada como fuente de amenazas: narcotráfico, migración, inestabilidad. El resultado es una lógica securitista que, en su extremo, justifica ejecuciones extrajudiciales y amenazas de intervención—una deriva hacia la excepcionalidad permanente.

China, en contraste, presenta a la región como socia, no como problema. Su documento de política para América Latina y el Caribe se construye sobre la idea de “igualdad”, “beneficio mutuo” y “cooperación para el desarrollo”. El lenguaje no es ingenuo; es estratégico. Pero exhibe algo real y verificable. Para China, esta región no es un apéndice de ninguna potencia, sino un conjunto de países con agencia, con recursos y con un papel que jugar en la reforma del orden internacional.

Es un contraste revelador: mientras un actor ve la región como una frontera que controlar, el otro la imagina como un actor que suma.

En Colombia, sentimos este contraste de manera muy concreta. Por un lado, el país enfrenta hoy la tensión de convivir con un aliado que, al invocar una “guerra contra el narcotráfico” jamás declarada, se reserva el derecho de actuar militarmente en mares y territorios ajenos. Por otro, está China: un socio con el Colombia formalizó una Asociación Estratégica y por medio de quien accedimos a plataformas como la Franja y la Ruta, el NDB y el AIIB. En China, Colombia encuentra una oportunidad para diversificar alianzas, financiar infraestructura moderna, expandir comercio, movernos hacia la transición energética y fortalecer nuestra presencia en el multilateralismo.

No se trata, como algunos caricaturizan, de escoger entre Washington y Beijing. Se trata de algo más simple y ambicioso al mismo tiempo: reconocer que Colombia tiene hoy más opciones que antes, y que esas opciones pueden ampliarse si la región actúa desde la autonomía y no desde el miedo.

La multipolaridad abre ventanas. La pregunta, de política exterior, pero también de proyecto de país, es si las vamos a aprovechar. EE. UU. seguirá siendo un socio fundamental, pero nuestras relaciones no pueden estar marcadas por la excepcionalidad ni por la amenaza. China ofrece oportunidades, pero exige claridad estratégica y visión de largo plazo.

La región ha repetido durante décadas que no quiere ser patio trasero de nadie. Hoy, por primera vez en mucho tiempo, el contexto internacional le permite ejercer esa autonomía. El desafío es no desperdiciar la ocasión.

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Bueno Bueno(20426)Hace 23 minutos
Pues muy cierto. Oportunidades, ampliar horizontes. Esperemos que el próximo gobierno no sea un de la espirella o cualquier ultraderechista que lo deseche por sumisión.
Gines de Pasamonte(86371)Hace 30 minutos
Es lo que hace nuestro presidente G. Petro, abrir el compás multi-nodal, teniendo como norte a la primera potencia mundial: China. El dólar en barrena, en caída libre. Beijing no solo seduce a Riad, la conquista sin violencia, sin amenazas, con pragmatismo puro, dándole tecnología, lo que nuca hizo USA. Mohamed bin Salmán acaba de firmar el certificado de defunción para los petrodólares. Ahora los saudíes venden petróleo a China en yuanes. ¡Plop!¡Petro sabe del pragmatismo chino y lo aprovecha!
Mar(60274)Hace 1 hora
Excelente columna. Los editoriales de El Espectador, deberían ser de esta línea, constructivos, reales, no arrodillados a EEUU por miedo de perder la visa. Que bueno, gracias a Petro, tenemos otra mirada, no la de la arrodillada y cobarde derecha, que asesina a los colombianos, mientras sirve de alfombra y sirviente a los intereses gringos.
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