Publicidad

La gravedad del plagio

Diego Aristizábal
02 de septiembre de 2012 - 11:00 p. m.

A finales de junio de este año leí en El Tiempo que la Corte Constitucional había regañado a una universidad porque no actuó frente a estudiantes que plagiaron varias páginas de su trabajo de grado.

Los casos de plagio en los trabajos universitarios, decía el artículo, tienen que ser investigados por las autoridades judiciales, con las consecuencias penales que se deriven de ellos.

En la revista Semana (agosto 20 de 2012) un artículo titulado “La tentación de fusilar” daba cuenta de dos escándalos recientes en Estados Unidos: el periodista Fareed Zakaria, editor de la revista Time, columnista del Washington Post, analista de CNN y miembro de la Universidad de Yale había tomado argumentos, citas y referencias casi idénticas de un reportaje publicado por una profesora, meses atrás, en la revista The New Yorker. El otro caso involucraba a Jonah Lehrer, periodista experto en ciencia y tecnología de The New Yorker quien se atribuyó información de otros para escribir un libro, curiosamente sobre los procesos creativos. Ambos tuvieron que renunciar a sus cargos, el pedir perdón no los exoneró de sus culpas.

Cuando se comete plagio las disculpas no valen, ni la vergüenza, ni el “esa no era mi intención”. Quien plagia se comporta igual que un borracho que atropella a alguien y apenas se da cuenta de lo que hizo, el: “yo no quería matarlo, pido perdón”, no sirve de nada. Ambos casos pueden premeditarse, quien viola los derechos de autor sabe muy bien que es culpable.

Del problema del plagio no se escapan ni siquiera las grandes universidades. La semana pasada este periódico informó que 125 estudiantes de Harvard están siendo investigados por copiar de manera conjunta y de intercambiar respuestas en un examen. El caso se encuentra en manos del Consejo de Administración al ser reportado inmediatamente por un profesor.

Lamentablemente algunas universidades colombianas no están dispuestas a sancionar a quien plagia, y no pocas veces terminan por relativizar el error o se compadecen del estudiante. Por eso es tan importante recordar lo que la Corte Constitucional manifestó en la sentencia T-941A/11 a raíz del plagio que se presentó en la Universidad Autónoma de Colombia: “Incluir en su Reglamento Académico Estudiantil de Pregrado y Postgrado medidas claras y eficaces tendientes a detectar, investigar y sancionar drásticamente a quienes incurran en violaciones de derechos de autor o irregularidades intelectuales en sus trabajos de grado (...)” La idea de esta medida no es que las palabras queden en los reglamentos sino que en caso de plagio no se dude en proceder.

Una sentencia como esta debe tomarse en serio, es necesario que en Colombia se sienten precedentes para que se evite este tipo de delito. Recordemos el caso reciente de Hungría en el que ni siquiera el “intocable presidente”, Pal Schmitt, pudo mantenerse en su cargo después de que la revista HVG aseguró que la tesis doctoral del presidente tenía material sin citar de diversas fuentes. Cuando en Colombia se tomen medidas semejantes, podremos pensar, incluso, en que es posible eliminar la corrupción, de lo contrario seguiremos dejando por escrito un montón de cosas que nadie se desvela por cumplir.  

desdeelcuarto@gmail.com  /  @d_aristizabal

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar