Las empresas no se reactivan porque no tienen las condiciones adecuadas de oferta y demanda. La solución se pretende con el modelo de inflación objetivo, alza de la tasa de interés y revaluación de la moneda, que moviliza al sector financiero y al banco central dentro de las doctrinas de mercado.
La solución es bajar la tasa de interés real y devaluar la moneda, que no es otra cosa que la solución dictada por el método científico, por la observación de los hechos factuales, que muestran que la tasa de interés real sube, el tipo de cambio se revalúa, la tasa de ahorro baja y el déficit en cuenta corriente aumenta.
Las soluciones de libre mercado que bajan la tasa de ahorro son ineficientes, inequitativas e insostenibles. La mejor solución se alcanza cuando el Gobierno interviene el mercado para elevar la tasa de ahorro. La fórmula en que el producto nacional decrece y la tasa de ahorro declina, como sucedió con la pandemia, conduce al colapso.
La prescripción antes descrita se puede evitar con un modelo que baje la tasa de interés, devalúe la moneda, y así eleve la tasa de ahorro. Los países, como los Tigres Asiáticos, que la han aplicado en forma sigilosa, han logrado el mejor desempeño de los últimos 60 años.
Las economías están expuestas a una reducción del ahorro y un aumento en el déficit fiscal que las conducen al colapso. Se requiere un modelo que eleve el ahorro y reduzca el déficit fiscal. En otros términos, que baje la tasa de interés real y devalúe el tipo de cambio.
En términos simples, estamos en economías en donde el producto nacional declina y la tasa de ahorro desciende, y se refuerzan. Así ocurrió en la pandemia. No había más opción que un modelo que elevara el ahorro mediante procedimientos administrativos, como la conformación de un exceso de demanda sobre la oferta de dinero, o la intervención en el mercado cambiario comprando divisas para devaluar la moneda.
Como no se hace el ajuste, el sistema queda en un estado precario de ahorro menor que la inversión, que no es sostenible. El ahorro tiende a mantenerse por encima la inversión.
El sistema queda a la deriva. La producción declina y la demanda aumenta. Se quiebra la igualdad entre la oferta y la demanda. El comportamiento de la producción es sobreestimado por el cálculo de demanda que supone que a las dos curvas se igualan. En fin, se tiene un modelo de desequilibrio. No se cumple la ley de Say. La oferta agregada es menor que la demanda agregada.
La falla de la economía se origina por un estado de ahorro menor que la inversión, y se subsana con soluciones y modelos que reducen el ahorro, cómo es el caso del modelo de Solow, y en general de las soluciones de mercado.
No hay más opción que un modelo de desequilibrio que baje la tasa de interés, devalúe la moneda, eleve la tasa de ahorro, y reduzca el déficit fiscal y en cuenta corriente en forma drástica. En el fondo, estamos en el modelo dictado por el mercado. La tasa de ahorro se desploma, el tipo de cambio se desborda, y la economía se deteriora a todos los niveles.
La solución es el modelo que aumente la oferta y reduzca la demanda. La ampliación de la oferta se consigue elevando la tasa de ahorro, que se encuentra al 40 % de la tendencia histórica, y el empleo, que viene declinando de tiempo atrás. La baja de la demanda se logra reduciendo los déficits fiscales y en cuenta corriente, que en la actualidad se acercan al 10 % del PIB.