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El banquero optimista

Gonzalo Hernández
26 de mayo de 2020 - 05:00 a. m.

El presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Jerome Powell, afirmó recientemente que una recuperación completa de la economía estadounidense tendrá que esperar la llegada de una vacuna. Dijo también que la recuperación de la economía iniciaría en el segundo semestre de este año, siempre y cuando no haya una segunda oleada del coronavirus. En tono amigable hizo una proyección: “En el largo plazo e incluso en el mediano plazo, no querrías apostar en contra de la economía de los Estados Unidos. La economía de los Estados Unidos se recuperará”.

Estas declaraciones parecen sensatas –en medio de un contexto marcado por gran incertidumbre–. Son moderadas –bueno, provienen de un banco central–. Y son intuitivas y claras para el público general –bueno, a pesar de que provienen de un banco central–.

Sin embargo, si la idea es iluminarnos sobre el estado de la economía, las proyecciones de Mr. Powell se acercan a una obviedad ingenua. Es como si Mr. Powell nos dijera: 1) todo estará bien una vez seamos inmunes al coronavirus y podamos vivir como si la pandemia nunca hubiera ocurrido, y 2) la recuperación económica empezará muy pronto, si al coronavirus no le da por propinarnos un segundo golpe. Lugares comunes. Y el asunto de no apostar en contra de la economía de los Estados Unidos podría traducirse de la siguiente forma: es mejor pensar con el deseo y no apostar en contra de lo que nos conviene. Se cuidó mucho además al decir que la economía se recuperará “en el largo plazo”. Sabemos que ese largo plazo puede significar cualquier cosa.

Para completar, los medios reseñaron las declaraciones con esta línea: “La recuperación probablemente dependería de cómo se sienten los estadounidenses acerca de su seguridad”. Nada ilógico a la luz de las enseñanzas de la economía del comportamiento, pero pensar que el mundo podría estar en manos de cómo se sienten los estadounidenses, en especial en año electoral y con el presidente Trump defendiendo su posición…

Pone la piel de gallina la carga tragicómica de los comentarios del banquero central optimista. Los bancos centrales, los gobiernos y algunos organismos multilaterales tienden a ser demasiado generosos a la hora de presentar sus proyecciones de la economía. Vale la pena descontar las pizcas de excesivo optimismo. Suelen decir que las cosas están mejor de lo que en verdad están. Cuando las cosas están mal –como ahora–, no pueden decirlo con crudeza y condenar a la economía a que se termine pareciendo a sus profecías.

* Ph.D. en Economía, University of Massachusetts-Amherst. Profesor asociado de Economía y director de Investigación de la Pontificia Universidad Javeriana (http://www.javeriana.edu.co/blogs/gonzalohernandez/).

 

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