¿Qué economía ni que ocho cuartos?

Algunos dirán: “Qué economía ni que ocho cuartos”, cuando estamos aún haciendo la digestión de los resultados de las elecciones para el Congreso y las coaliciones. Pero con el paso de los candidatos presidenciales por el primer filtro electoral podemos anticipar que más episodios de la contienda política tendrán lugar en el campo programático, el de los planes de gobierno, el de la viabilidad de las ideas. En ese sentido, el tema económico es central por dos razones: 1) Por los desafíos más grandes que enfrenta el país: desigualdades, pobreza, desempleo y malestar social. 2) Porque las restricciones fiscales son las que marcan la cancha en la que pueden rodar las promesas.

Sobre lo primero, el próximo gobierno tendrá que priorizar la generación de empleo en el marco de una estrategia de desarrollo productivo, en la que se fortalezcan los sectores agrícola e industrial, se aumente la productividad con ciencia, tecnología, innovación y emprendimiento, y se avance en la competitividad internacional. En la actualidad, el sector manufacturero colombiano no representa más del 12 % del PIB, la economía está expuesta a los vaivenes del precio de los hidrocarburos y estamos en una fase de deterioro preocupante del déficit en cuenta corriente, como resultado de importaciones que superan las exportaciones. El aparato productivo está caracterizado por millones de empresas pequeñas, informales y que no cuentan con apoyo estatal para la creación de empleo con salarios más altos.

De la mano de la estrategia de desarrollo productivo, el Estado debe activar medidas de choque, a través de empleos públicos de emergencia, que además de crear empleo permitan atender necesidades de las comunidades (infraestructura para el cuidado de niños y adultos mayores, cooperativas agrícolas, granjas comunitarias, proyectos de cuidado medioambiental, etc.). Esto debe hacerse con presupuestos participativos y mecanismos de seguimiento y transparencia.

Sobre lo segundo, relacionado con el campo fiscal, el Ministerio de Hacienda reportó hace un mes que el déficit fiscal de 2021 estaría cerca del 7 % del PIB —un poco menos que lo que se esperaba hace un año, pero de todos modos alto—, las calificaciones de la deuda no mejoran aún y el panorama financiero internacional tiene restricciones más fuertes —las economías avanzadas están frenando sus expansiones monetarias dado el contexto inflacionario global—. El país necesitará una nueva reforma tributaria, progresiva, equitativa y eficiente para poder financiar la transformación productiva, generadora de empleo y reductora de pobreza y desigualdades. Esta solo tendrá viabilidad política si viene acompañada de un compromiso innegociable con la transparencia fiscal y la lucha contra la corrupción.

Mentirán quienes prometan a la vez menos gasto público, menos impuestos y más empleo. Mentirán quienes propongan subsidios de todo tipo sin consideración de las restricciones fiscales. Mentiras que vienen de los extremos populistas en los que poco importa la rigurosidad de lo programático.

Coletilla. Sergio Fajardo fue el único candidato que presentó un programa de gobierno estructurado antes de las elecciones del pasado domingo. Me alegra mucho haber sido parte de esa construcción colectiva, seria y orientada a cambiar el país, aprovechando el talento de la gente, mejorando las capacidades productivas y con la educación como motor de transformación. ¡Esperanza en lugar de miedo y rabia!