Elogio de un conservador

Héctor Abad Faciolince
31 de octubre de 2020 - 10:00 p. m.

Así como hay curas —unos pocos curas— que me reconcilian con la Iglesia católica, y entre ellos, en estos días, nada menos que el papa, también ha habido entre los conservadores de mi tierra (para mí, que vengo de una familia de liberales) algunos representantes de esa ideología que me permiten entender y admirar ciertos valores del credo conservador. Uno de ellos fue el cálido y culto presidente Belisario Betancur. Otro es el protagonista de este artículo, un maestro, un lector, un rector y un jardinero: Juan Luis Mejía Arango.

Si mi memoria no fuera tan mala les podría decir cuándo y cómo conocí al “Mono Mejía”, el rector de la Universidad Eafit que se retira en diciembre. Como ese momento se me pierde en las brumas del tiempo, puedo empezar por contarles, en cambio, una iluminación que tuve con una lectura, la cual me ayudó a entender cuáles son los conservadores detestables y cuáles los admirables.

El típico godo que no soporto es una especie de fanático amargo y amargado que todo el tiempo juzga a los demás, y en ellos ve signos de corrupción, pecado, mezquindad y maldades incorregibles. Ese típico godo pertenece al género de los que en el viejo Caldas se llaman “azucenos”. Son más blancos y de mejor familia que los nobles de España y no hay en su sangre mancha de herejes, moriscos o conversos. Creen en la autoridad sobre todas las cosas y en el hecho para ellos incontrovertible de que en esta vida unos nacieron para mandar y otros para ser mandados. El típico azuceno es, por ejemplo, Fernando Londoño Hoyos, el godo insufrible que, por ser un hombre superior y dueño de la verdad, tiene incluso derecho a robar y, al mismo tiempo, a conservar la fama de íntegro y honorable.

Un conservador como Juan Luis, o como lo eran Belisario y Nicanor Restrepo Santamaría, tiene en cambio un espíritu tolerante, jovial, y un interés ético y estético por conservar aquello que sea, al mismo tiempo, benéfico y bello. Su inclinación a conservar se manifiesta como cautela ante el cambio por el cambio, y la convicción de que para crear algo bueno, más que revolcones violentos, se necesitan esfuerzo y tiempo. Las cosas bien hechas se hacen despacio, con orden y pulcritud. Es posible cambiar, pero procurando que el cambio no traiga más males que bienes. Y lo que orienta la transformación o la conservación es un hondo sentido estético que da pistas sobre lo ético. La belleza, el sentido del gusto, la cortesía y la afabilidad son los caminos suaves para sacar lo mejor de los demás.

Después de 16 años al frente de Eafit puede decirse que Juan Luis Mejía entrega una universidad extraordinaria, la primera privada de Medellín (aunque privada que invierte todas sus ganancias en ella misma, sin entregarlas a ningún dueño real o hipotético), y la segunda del departamento, después de la Universidad de Antioquia. Eafit ya no es una escuela técnica y financiera para “administración de herencias”, como se decía antes, sino una universidad que tiene en su centro la cultura en un sentido pleno. Música, literatura, ciencias, humanidades, ecología. Juan Luis no ha sido un gerente (aunque sí un administrador austero y responsable) sino un humanista, un espíritu conciliador y de cultura que a nadie quiso imponer su credo o sus convicciones más íntimas, sino que siempre respetó a los profesores y a los estudiantes, y los acompañó con el ejemplo, la afabilidad, y lo más obvio en un gran educador: la buena educación.

Mencioné antes su sentido estético como guía. Esto ha sido central en su forma de ser, que se manifiesta en algo que dije de paso: Mejía se define, ante todo, como un jardinero. Y cualquiera que vaya al campus de Eafit y vea sus árboles, sus rosas, sus orquídeas, entenderá que una universidad jardín no es un adorno, sino algo que dispone la mente al pensamiento, a la contemplación, a la belleza, y por ahí derecho, a la bondad. Difícil pedirle más a este gran conservador de lo mejor e innovador de lo bueno.

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Helena(66766)1 Nov 2020 - 8:33 p. m.
Totalmente de acuerdo!!!!! Gran rector, buen caballero con carisma, un hombre probo. Ojalá que quien la dirigirá viniendo de la politiquería medellinense no la acabe....
Helga66(40077)1 Nov 2020 - 5:23 p. m.
Me alegra que Héctor Abad escriba con estética y que no se acobarde para aceptar comentarios de los lectores. Bien porque así lo dispone EE o por voluntad propia, pero esconderse no es bueno en este mundo interactivo. Aunque se tenga que soportar a ciertos lectores-escribientes de mala enjundia.
name(61569)1 Nov 2020 - 5:04 p. m.
Bueno. Lo que hizo, Juan Luis, y su trayectoria es digno de todo encomio. Pero vale mucho más él como persona, es un Señor - con mayúsculas -, de los que hay buscar con la linterna de Diógenes, en estos tiempos que da igual "...ser burro o en gran profesor.." todo es igual.
Caliche(62305)1 Nov 2020 - 4:18 p. m.
Es loable que haya líderes con estas virtudes humanistas. Abad Faciolince ha sido un mantenido del Sindicato Antioqueño. Este escritor se presenta como un "intelectual" pero no ha escrito sobre las castas empresariales que han gobernado la parroquia. Solo la ha emprendido contra el innombrable y lupe. Es un cómodo escritor que le ha faltado honestidad intelectual.
Betsimar(05931)1 Nov 2020 - 4:03 p. m.
Juan Luis Mejía continuó en Eafit la excelente gestión que había hecho en Mincultura. Él, y otros colombianos como Alejandro Gaviria y Pablo Felipe Robledo, deben liderar un movimiento intelectual que nos ayude a repensar el país.
  • Betsimar(05931)1 Nov 2020 - 4:05 p. m.
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  • Betsimar(05931)1 Nov 2020 - 4:04 p. m.
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