Aborto

Jorge Eduardo Espinosa
20 de febrero de 2017 - 02:00 a. m.

Ha muerto la demandante anónima del caso Roe vs. Wade que legalizó, en 1973, el aborto en los Estados Unidos. Su nombre era Norma McCorvey, tenía 69 años y el último tiempo estuvo en un hogar de cuidado del estado de Texas. Fue conocida como Jane Roe en los papeles de la Corte y como escribe el periodista del New York Times, Robert D. McFadden, en un instante se convirtió en una figura casi mitológica para millones de americanos. La vida de McCorvey, que salió del anonimato unos diez años después de la sentencia de la Corte Suprema, daría para filmar una saga de películas dramáticas con todos los colores: infancia dickensiana, abusos sexuales cuando era adolescente, crímenes menores, vida de reformatorio, embarazos adolescentes, abuso de drogas, tendencias suicidas. Hoy quiero compartir con ustedes un fragmento, resumido, de la vida de la señora McCorvey, y de la forma como los pro abortistas y los anti abortistas utilizaron y manipularon su imagen. También, señalar cómo los ídolos acaban, con frecuencia, convertidos en tristes figuras de barro.

McCorvey se casó a los 16 años con un hombre de 21, abusivo y violento, y quedó embarazada poco después. Se divorció estando todavía embarazada y luego decidió que su madre, con la que tenía una relación terrible, se encargara de su hija. Luego, a los 19 años, quedó embarazada de nuevo. Ese bebé fue dado en adopción a una pareja que, hasta ahora, ha permanecido en el anonimato. Durante aquellos años la joven McCorvey se acostaba con hombres y mujeres, abusaba de las drogas y el alcohol y tenía una relación espantosa con su familia. Todo esto lo reconoció ella en su autobiografía de 1994, I am Roe, y en entrevistas posteriores que dio a algunos periodistas. Su tercer embarazo llegó cuando tenía 22 años. McCorvey le dijo a su médico, de apellido Lane, que no quería completarlo, y que no tenía dinero para viajar a uno de los seis estados donde el aborto era legal. El médico le propuso completar el embarazo y luego dar el bebé en adopción, pero Norma fue contactada por dos jóvenes abogadas, Sarah Weddington y Linda Coffee, que querían desafiar las leyes de Texas que prohibían el aborto excepto cuando la madre estaba en riesgo de muerte.

Las dos abogadas, que necesitaban una embarazada que quisiera abortar para llevar su caso a la Corte, hicieron firmar una declaración jurada a McCorvey que, según ella misma declaró después, nunca leyó. Tenía 5 meses de embarazo. La bebé nació y también fue dada en adopción. Luego tuvo poco contacto con las abogadas, incluso el periodista de Vanity Fair, Joshua Prager, que ha escrito varios artículos sobre McCorvey, cuenta que ella no fue a la Corte, nunca fue llamada a testificar y no tuvo ninguna participación en los procedimientos que finalmente, en 1973, llevaron el caso a la Corte Suprema. El 22 de enero de ese año la corte votó 7-2 en Roe Vs. Wade (Wade era el fiscal de Dallas). La decisión permitía a la mujer decidir sobre su embarazo durante todo el primer trimestre, sin ninguna interferencia del Estado. La enmienda 14 de la Constitución de Estados Unidos, cuando habla de “persona”, no incluye al no nacido, escribió uno de los jueces. McCorvey se enteró de la decisión leyendo el periódico.

Y por 10 años estuvo en el anonimato. Luego, cuando se conoció su nombre, grupos pro aborto empezaron a cotejarla y ella trabajaría en clínicas de mujeres en Dallas, daría entrevistas a favor de los derechos del aborto y participaría en manifestaciones. Su vida, a diferencia de lo que muchos pensaban, no era la de una feminista convencida y comprometida con la causa, la verdad era mucho más simple: ella no entendió, por años, lo que estaba en juego, ignoró durante mucho tiempo la importancia de la decisión que transformó la vida política y social de Estados Unidos. Tanto, que un reverendo evangélico, Phillip Benham, logró cambiarla de bando en 1995. La bautizó como cristiana, y la impulsó a hablar en contra del aborto. En 1997, en una entrevista a CNN, llamó a las clínicas de aborto “centros de asesinatos”, y un año después publicó un segundo libro, Won by love. Ese mismo año se convirtió al catolicismo.

El religioso Frank Pavone, director de Sacerdotes por la vida, denunció luego cómo la señora McCorvey fue utilizada y victimizada en su ignorancia por grupos pro aborto. En 1998 en un testimonio frente a un subcomité del Senado de Estados Unidos, Norma declaró “estoy decidida a dedicar el resto de mi vida a deshacer la ley que lleva mi nombre”. Tanto, que en 2005 ella volvió a presentarse como demandante ante del Supremo, pero para reversar la decisión de 1973. La Corte contestó que era un asunto ya examinado y negó la petición. Está también documentado que los grupos religiosos le pagaban honorarios a la señora McCorvey, no exagerados, pero suficientes para vivir, y que su libro Won by love le dio 80 mil dólares. Su vida pública empezó con Roe Vs. Wade. Terminó en Roe. Vs Roe.

@espinosaradio 

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