Ambiente medio para un clima caliente

Juan Pablo Ruiz Soto
05 de diciembre de 2018 - 05:00 a. m.

La cumbre del clima de Naciones Unidas (COP24) está reunida en Polonia hasta el próximo 14 de diciembre. La rodea un clima regular, pues las acciones de los países para cumplir con los compromisos adquiridos en París (COP21) son, mayoritariamente, pobres o nulas.

De otra parte, por el cambio climático (CC), el planeta empieza a pasar cuentas de cobro que, queramos o no, empezamos a pagar. Pasa en Italia cuando se inunda Venecia; en Estados Unidos con los incendios en California y los fuertes huracanes, mientras las lluvias torrenciales destruyen carreteras, generan avalanchas y arrasan viviendas en Colombia. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC) advierte que debemos evitar que el calentamiento pase de 1,5 grados y señala el camino: dejar de quemar carbón y petróleo.

En el corto plazo, el reto para cada país es disminuir la magnitud de los impactos y reducir los costos hasta en un 50 %, tomando las medidas de adaptación adecuadas. Para ello debemos actuar, invertir recursos financieros y generar incentivos para impulsar cambios.

Un hecho positivo es que, en la reunión de los países con las 20 economías más fuertes (G20) que acaba de culminar en Argentina, 19 de ellos se comprometieron a tomar medidas efectivas frente al CC en la COP24. Estados Unidos fue el único que no firmó el compromiso. Trump retiró su país del Acuerdo de París, y Brasil quiere seguir sus pasos.

Quizá si se acuerda generar un bloqueo comercial a los países que incentiven la quema de carbón y petróleo, el Gobierno norteamericano cambie de posición. Vamos a ver si algo así empieza a discutirse.

China, el principal contaminador, emite el 25 % del total de los gases efecto invernadero (GEI). Parece ser el más comprometido y avanza para reducir sus emisiones en un 65 % para el 2030: realiza ajustes tecnológicos internos, hace grandes inversiones en investigación, hoy es el principal productor de energía con fuentes solar y eólica, y promete exportar tecnología para disminuir emisiones. Su gran reto es disminuir el uso de carbón, pues hoy consume el 50 % del carbón que se quema en el mundo.

Estados Unidos, el segundo mayor contaminador, genera el 15 % de los GEI. Tiene un consumo per cápita que dobla el de los chinos y no está comprometido en reducir sus emisiones. No es solo su presidente el faltón —quien debilita la legislación ambiental—, sino también muchos ciudadanos norteamericanos. En primera página de noviembre 30 de 2018, The Washington Post, en el artículo “It’s a business. We’re numbers”, se refiere al cierre de plantas de General Motors. Dice que los norteamericanos no quieren conducir autos pequeños, como los nuevos Chevrolet, pues prefieren los grandes autos. La educación y la responsabilidad ambiental entran por el bolsillo. El primer paso es subir el impuesto a la gasolina y al diésel, subsidiar los autos eléctricos e impulsar la producción de energía con fuentes alternativas sostenibles, pero incluso en Francia hay protestas contra estas medidas.

En Colombia debemos presionar al Congreso para que ajuste la ley de financiación y conserve e incremente incentivos tributarios para tecnologías limpias que apoyen la mitigación y adaptación al CC. Seamos responsables: pasemos del discurso a la práctica. ¡Así lo exige el planeta!

 

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