Cambio climático, deforestación y desastres

Juan Pablo Ruiz Soto
05 de abril de 2017 - 02:00 a. m.

Lo ocurrido en Mocoa nos obliga a repensar la relación entre colonización, deforestación y cambio climático (CC). Dados los climas extremos asociados al CC, es muy importante tomar en serio la necesidad de conservar y recuperar nuestras cuencas y planificar la localización y desarrollo de los centros poblados.

Investigación científica y publicaciones del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC por su sigla en inglés) han anunciado desde hace años el cambio en el régimen de lluvias y la mayor frecuencia de lluvias torrenciales. Las recientes inundaciones y avalanchas ocurridas en Mocoa, Perú, Europa y Vietnam son evidencias del CC. Tenemos que actuar para adaptarnos y mitigar sus efectos.

Como lo señala Rodrigo Botero (Semana.com), la tragedia de Mocoa también se debe a la gestión humana. Al fenómeno global del CC se suma el efecto local y regional asociado a la deforestación y el uso inadecuado del suelo, tanto en el casco urbano de Mocoa como en las cuencas circundantes. Todos somos parcialmente responsables de lo ocurrido, como lo seremos de otros desastres que vendrán si no hacemos ordenamiento ambiental territorial.

Por las lluvias y la destrucción de la cobertura vegetal, hay 182 municipios en alerta roja o naranja frente a deslizamientos. Conservar los ecosistemas naturales en las montañas y recuperar zonas críticas en todas las cuencas debe ser una prioridad nacional, incluida la planificación y manejo del paisaje en los territorios de construcción de paz.

Atender a los damnificados es prioridad de esta semana, pero desde la siguiente deberíamos priorizar la prevención de desastres similares. Tendremos que relocalizar asentamientos urbanos y recuperar ecosistemas reguladores en las cuencas hídricas. Si no lo hacemos, las muertes asociadas a lluvias torrenciales serán cada día más frecuentes. A los campesinos ubicados en esas zonas de ladera inclinada hay que compensarlos para que saquen sus vacas e inicien procesos de revegetalización. Destruir un bosque protector en el área crítica de una cuenca es generar riesgos.

Me pregunto: ¿La construcción de la carretera San Francisco-Mocoa evitará o acentuará el patrón de uso inadecuado del suelo? ¿Incluye todas las medidas para garantizar que no será un detonador de futuros desastres construidos? En todo el país, las obras de infraestructura tendrán que ser más cuidadosamente evaluadas antes de definir su diseño y construcción, para evitar que sean generadoras de este tipo de desastres.

Con el CC, el ordenamiento ambiental territorial se debe concertar con las comunidades y convertirlo en herramienta para el manejo del paisaje. Si no nos ponemos serios con el manejo y recuperación de las cuencas, el precio social y económico que paguemos será cada día más alto.

Como dice Gustavo Wilches (Semana.com): “El Estado ha hecho lo posible para rescatar a los náufragos, pero no por evitar más naufragios”. Manejar adecuadamente las cuencas disminuirá la frecuencia y magnitud de catástrofes como la de Mocoa. Cuanto más desnudas estén nuestras montañas, más vulnerables somos al CC. La misma lluvia torrencial genera un efecto distinto si la cuenca está conservada que si está destruida y erosionada. Tenemos que actuar con prontitud y eficacia, y planificar un adecuado uso del espacio tanto en áreas rurales como urbanas.

 

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