Crisis global y cambio climático

Juan Pablo Ruiz Soto
25 de septiembre de 2019 - 05:00 a. m.

En la 74ª Asamblea General que adelanta la ONU esta semana en Nueva York, se programó la Cumbre Climática como actividad central, porque los impactos socioeconómicos asociados a la crisis climática empiezan a generar alarma y reacciones en todo el mundo. La contaminación de aire, tierra y agua causa nueve millones de muertes prematuras al año. Según el Banco Mundial (BM), en 2016 los efectos negativos asociados a la contaminación del aire le costaron a la economía mundial cerca del 4,8 % del PIB mundial. El 80 % de las aguas residuales se devuelven al medio ambiente sin tratamiento alguno, razón por la cual mueren 1,6 millones de personas anualmente. Estos y otros impactos negativos asociados a la crisis climática, la degradación ambiental y la pérdida de beneficios ambientales aportados por la naturaleza llevan a que las agencias multilaterales de desarrollo ubiquen en el centro de su gestión el tema ambiental.

Un interesante ejemplo es el viraje que está dando el BM a sus prioridades de financiación. En la conferencia de Naciones Unidas, el presidente del Grupo BM, David Malpass, presentó un revelador informe sobre cómo el BM está enfrentando los retos asociados a la crisis ambiental. Según el BM, los retos ambientales más importantes que ponen en riesgo el crecimiento económico sostenible y el desarrollo inclusivo son la contaminación, la degradación de los bosques, la pérdida de biodiversidad, los plásticos que llegan al mar y los fenómenos climáticos extremos asociados al cambio climático. En diciembre pasado se anunció que para el periodo 2012-2025 se tiene previsto invertir US$200.000 millones en retos relacionados con el cambio climático. Ya en 2019, el 30 % de las inversiones del Grupo BM generan cobeneficios asociados a clima y ambiente.

En relación directa con Colombia, se anunció que el Grupo BM tendrá una reunión en octubre próximo con los países que firmaron el Pacto de Leticia, para apoyar su plan de promover la gestión sostenible en la Amazonia. Esperamos que la presión social y una buena financiación lleven a que el pacto no sea letra muerta.

Otro tema importante para nosotros es el de energías renovables alternativas, donde el BM se compromete a apoyar a los países para que aceleren su transición a una matriz energética centrada en fuentes sostenibles y confiables, a precios razonables. El BM también apoyará la gestión de temas de gran interés y pésimo manejo en Colombia como la gestión hídrica asociada a territorios sostenibles y la producción y manejo de basuras.

En nuestras ciudades se requiere una movilización social para controlar las emisiones móviles que, aunque reglamentadas, no tienen control efectivo y generan graves impactos en una población condenada a respirar aire de pésima calidad. Escenas antes reservadas a ciudades chinas, donde el uso de la máscara para filtrar el aire nos espantaba, hoy son comunes en Bogotá y Medellín.

En síntesis, la degradación de los ecosistemas naturales y la contaminación ambiental son claros síntomas de subdesarrollo que afectan negativamente la calidad de vida. Las prioridades de inversión para el desarrollo están cambiando. Política, social y económicamente debemos gestionar y asumir el cambio. Medio ambiente, desarrollo y bienestar están estrechamente relacionados.

 

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