Colombia vive un momento crítico y trascendental. Mientras Gobierno y guerrilla gestionan la construcción de territorios de paz, muy cerca de estos lugares se amenaza y asesina a líderes sociales y se queman grandes extensiones de bosque. Hay incertidumbre respecto a un país en paz.
En reciente visita a Carrizal (Magdalena Medio antioqueño), donde hay una de las zonas veredales de los territorios de paz, pude verificar el compromiso y esfuerzo de Gobierno y Farc para avanzar en el cumplimiento del Acuerdo. En el camino de aproximación a Carrizal quedamos bloqueados por una tractomula que llevaba un buldózer desde Segovia hasta la zona veredal. El trazado de la carretera, sus curvas y pendientes, que con dificultad se pueden superar en un campero 4x4, hacen casi imposible que un camión llegue con la maquinaria a su destino.
El comandante del Ejército de Colombia y su grupo de soldados llevaban cinco días ayudando a subir y bajar el buldózer del camión, cada vez que debían pasar un frágil puente de madera otrora construido por la comunidad o superar una empinada subida. No es falta de voluntad del Gobierno: es dificultad física de hacer llegar los materiales a una Colombia que nunca antes había sido atendida por el Estado.
Anima el hecho de que los comandantes de las Farc expresan claridad y determinación en contribuir con lo que está a su alcance para la construcción de los campamentos y, lo más importante, para seguir adelante en la construcción de la paz.
Durante la visita pude entrevistar a Pedro Aldana, vocero del Frente del Magdalena Medio de las Farc, quien en su escrito Minería y ambiente en épocas del posacuerdo, respecto a la serranía de San Lucas y la gestión ambiental, dice: “Es mucho lo que se puede hacer desde las bases y comunidades organizadas, no sólo en su preservación, sino en la implementación de programas serios que ayuden a mitigar todos los daños causados, cuya responsabilidad también involucra a la insurgencia”. Sobre la extracción de oro con la utilización de mercurio, manifestó su intención de buscar alternativas. Señaló que hay métodos de extracción de oro que no usan mercurio, pero el minero tradicional utiliza este método por ser el más barato y el que está a su alcance. Dice: “La propuesta de las Farc apunta hacia la necesidad de crear una minería social y solidaria que, cumpliendo con los estándares básicos de la protección de nuestra casa, de nuestros bosques y aguas, destine sus excedentes para el desarrollo de la economía campesina, de la producción agropecuaria y el impulso de lo social en todo orden”.
Un minero local a quien entrevisté me dijo: “Que el mercurio no se degrada, eso ya lo sabemos; que tiene impacto sobre nuestra salud, eso también lo sabemos, pero el oro es lo que nos da el sustento, eso también lo sabemos, y es lo que hemos hecho de generación en generación. Somos mineros por tradición”.
Tenemos múltiples retos para la construcción de la paz. Mejorar las condiciones de vida de los habitantes del lugar, erradicar el uso del mercurio, conservar los valiosos ecosistemas de la serranía de San Lucas y recuperar los servicios ambientales destruidos o empobrecidos en áreas intervenidas por ganadería extensiva y minería.