Zonificación ambiental participativa: herramienta para construir paz

Juan Pablo Ruiz Soto
04 de septiembre de 2019 - 05:00 a. m.

En el momento que vive el país, debemos ser conscientes de que actuar es apremiante: debemos unirnos al llamado de Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, quien en su comunicado del 29 de agosto nos invita a seguir adelante, proteger la integridad del Acuerdo y apoyar “el cuidado por quienes dejaron las armas y tomaron el camino de la política”, y como señala la Misión de Verificación de la ONU (agosto 29), es tiempo de “redoblar los esfuerzos para la implementación integral del Acuerdo Final de Paz”. Todos: Gobierno, instituciones y ciudadanos, debemos fortalecer los aspectos positivos y avanzar en el camino hacia la paz. Este no es un tema de Gobierno y Farc: es un tema de país, donde todos ganamos o todos perdemos y, como dice la sentencia popular: “Si no cumplimos los acuerdos, todos estamos jodidos”.

Apremia avanzar con la Reforma Rural Integral, tema central y bastión fundamental para que la paz sea estable y duradera. La zonificación ambiental participativa (ZAP) es una herramienta muy útil para titular a campesinos desposeídos y generar territorios sostenibles. Los lugares prioritarios de construcción de paz, donde con mayor fuerza se vivió el conflicto, son los 172 municipios seleccionados para implementar los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET). Estos coinciden con lugares de expansión de frontera agropecuaria, cubiertos por ecosistemas naturales. Allí, según Naciones Unidas, el 87% presenta alguna figura de protección, reserva forestal o parque natural. Esos ecosistemas naturales están sobre suelos frágiles, no aptos para el uso agropecuario tradicional. En Colombia, los primeros espacios ocupados y transformados fueron los que contenían los mejores suelos: valles interandinos del Cauca y Magdalena, y suelos de origen volcánico en las cordilleras.

Las zonas PDET presentan múltiples retos. El modelo ganadero predominante y socialmente apropiado no es viable. Hay que buscar alternativas productivas novedosas y sostenibles relacionadas con ecoturismo, turismo cultural, bioeconomía, café con sombra biodiversa, cacao y caucho en bosque, ganadería en sistemas silvopastoriles, maderables y frutas tropicales, entre otras. Algo de esto ya se está haciendo, pero falta aumentar su escala.

En esta búsqueda, la ZAP propuesta por el Centro de Estudios para la Paz (Cespaz), por solicitud y en coordinación con el Ministerio de Ambiente, reconoce la capacidad y el conocimiento de las comunidades para imaginar y ordenar su territorio. La ZAP parte de que no hay áreas de conservación vs. áreas de producción, sino áreas donde predomina la conservación y se incluyen procesos productivos, y áreas donde predomina la producción, pero es indispensable que exista conservación. Es prioritario conservar y recuperar aquellas áreas relacionadas con la regulación hídrica (conservación y gestión de la estructura ecológica principal asociada al agua), pues el agua es condición para la vida y la sostenibilidad en los territorios.

La zonificación y la titulación de tierras tienen que considerar el propósito múltiple de las unidades productivas. El Estado debe dejar explícito, en la escritura de titulación de cada predio, cuáles son las condiciones de manejo impuestas, de manera que aseguremos su función ecológica. ¡Esto es conservar produciendo y producir conservando! Cumplir con la función ecológica de la propiedad debe ser condición para mantener el título de propiedad. Avancemos con determinación en la gestión de territorios sostenibles, aplicando la metodología propuesta para la ZAP por la Cespaz.

 

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