Quien gane las elecciones tendrá que enfrentar grandes problemas ecológicos muy interrelacionados con la pobreza, el narcotráfico y la violencia y de su solución dependerá si Colombia se convertirá dentro de cuatro años en un país viable o inviable.
Me imagino que todos los políticos se dan cuenta de la gravedad de la situación y de lo difícil que es encontrar soluciones, pero no sobra acentuar algunos de estos y comentar acerca delas propuestas que hoy se están presentando a la opinión pública.
En primer término, las interrelaciones entre la producción agropecuaria y el estado de los ecosistemas. Creo que todos los candidatos a la Presidencia y al Congreso coinciden en que es necesario aumentar la productividad rural, pero no he oído a nadie que haya llamado la atención acerca de las características estructurales de nuestros ecosistemas, menos de su estado actual de deterioro, a pesar de que el Instituto Geográfico Agustín Codazzi y el IDEAM han insistido en alertar acerca de las consecuencias del cambio climático, de la alta contaminación de las corrientes en casi todo el país, de la agresividad de las plagas como consecuencia del deterioro de la fauna silvestre y de la erosión, la salinización, la contaminación, la compactación y la urbanización de los mejores suelos del país. Serán inútiles todas las políticas económicas y políticas para aumentar el PIB rural si antes no se restauran los millones de hectáreas degradadas
En segundo término, pero no menos importante, la aceleración actual de la deforestación en la Amazonia y en la costa del Pacífico, problema que ha merecido la atención reciente de todos los medios, que preocupa extraordinariamente al Gobierno actual y a la cual se han referido casi todos los candidatos a la Presidencia y varios de los candidatos al Senado y a la Cámara.
Sigue a El Espectador en WhatsAppSegún los datos publicados, este nuevo proceso está afectando áreas que nunca se habían tocado, o sea bosques primarios de los cuales casi nada sabemos y se acerca peligrosamente a Parques Nacionales que, como Chibiriquete, constituyen partes únicas del patrimonio ecológico nacional. Su destrucción puede tener consecuencias gravísimas desde el punto de vista genético, afectaría el bienestar de los pueblos indígenas y afrodescendientes y podría también disminuir a cero la posibilidad de generación de procesos de turismo ecológico.
Ambas situaciones están fuertemente interrelacionadas con la pobreza, el narcotráfico, la violencia y también con las políticas fiscales de los próximos gobiernos. Si se “adelgaza” el Estado, como lo prometen algunos que hoy lideran las encuestas para el Congreso y la Presidencia, es muy probable que los primeros que disminuyan sean los fondos destinados a la reforma rural, a los cultivos alternativos, a la restauración de los ecosistemas y a la protección de los parques y la selva y que los miles de millones de dólares de los narcos , de las bacrim, del Eln y de las disidencias de las Farc sigan constituyendo la única solución para los pobres del campo.
* Miembro de La Paz Querida.