El llamado fracking es uno de los procedimientos más complejos que se ha inventado la industria petrolera moderna para aumentar sus reservas. Es complejo porque consiste en introducir a presión enormes cantidades de agua contaminada con químicos en las estructuras geológicas, los conjuntos rocosos y arenosos, en donde hay indicios de la existencia de petróleo.
Es tan complejo que la industria norteamericana no había logrado permisos para aplicarlo hasta que el gobierno decidió aumentar su participación en los mercados mundiales y aun así uno de los estados, tal vez el más ilustrado: Nueva York, lo prohibió completamente y lo mismo hicieron Francia, Inglaterra y Alemania.
Esta complejidad científica y tecnológica aumenta cuando se aplica a un ambiente complejo como el colombiano: muy diverso y quebrado en el relieve y en su geología, con grandes fluctuaciones entre sequías y lluvias, y con la población y la producción de alimentos concentradas en las montañas y la costa Caribe.
El conjunto de las dos complejidades solo se podría afrontar si existiera una tercera complejidad, la de quienes lo aplican, quienes lo prueban, quienes lo controlan y quienes tienen que subsanar sus impactos negativos. En el caso colombiano me temo que estamos lejos de contar con ejecutivos, técnicos y funcionarios suficientemente formados y entrenados. Se dirá que esto se resuelve mediante la colaboración de especialistas extranjeros, pero esto, como se ha demostrado en otros casos, tiene por lo menos un gran problema: la dificultad, casi la imposibilidad, de encontrar personas completamente separadas de los intereses económicos del sector petrolero.
Sigue a El Espectador en WhatsAppSin embargo la ministra de Minas y Energía dice que tratará de convencer al presidente Duque de que el fracking puede ser “responsable”. ¿Quiere decir esta declaración, tan simple, que el país tiene lo que no tienen Francia, Alemania, Inglaterra ni el estado de Nueva York, o sea la complejidad científica y técnica, propia y neutral, además del dinero necesario para ”responder” por los posibles daños y perjuicios ecológicos, humanos, económicos y sociales en el territorio colombiano?
El presidente Duque parecía convencido cuando le dijo a Semana: “El país no puede lanzarse al fracking”, lo cual es una decisión buena y compleja, pero tal vez no lo suficiente para lograr controvertir las malas simplificaciones del Ministerio y de Ecopetrol.