Hoy la sociedad colombiana podría ser calificada como de baja complejidad debido a la ignorancia general acerca de nuestras propias geografías e historias, al predominio de procesos de disyuntiva, reducción y abstracción, al odio y la venganza que orientan a las redes sociales y a la abundancia de exageraciones y mentiras en las declaraciones que dan al público algunos personajes. Esa baja complejidad es uno de los grandes obstáculos que encontramos en nuestro camino hacia un país mejor. Afortunadamente el aumento de las actividades de los ambientalistas puede estar mejorando la situación, como lo comenté en la columna anterior.
Fui testigo de la seriedad, inteligencia y entusiasmo de los cientos de integrantes de la Red de Restauración Ecológica y hace pocos días, en el Encuentro Internacional de Educación Ambiental convocado por la CAR de Cundinamarca pude corroborar el conocimiento y el afán de mejorar el país de casi 400 educadores ambientales, muchos llegados de universidades de todo el país, algunos pertenecientes a la Red de Formación Ambiental, otros frutos jóvenes de la actividad pionera de los Proyectos Ambientales Escolares.
En este Encuentro Internacional se inscribieron más de 700 educadores, los que se lograron sentar permanecieron durante dos días escuchando a especialistas de España, Brasil y México, asombrados de la calidad de las preguntas y de la madurez de los debates que se suscitaron. Evidentemente el crecimiento de la presencia de conciencia ambiental en nuestros jóvenes es una realidad muy relacionada con esos PRAES y con la abundancia de información ambiental en los medios durante los últimos años.
Esta semana pude confirmar mi optimismo en un evento interno de la Universidad Javeriana en donde 250 directivos, profesores e investigadores provenientes de todas las facultades discutieron durante dos días los conceptos y los proyectos que se fundamentan en la lectura de Laudato Si y en su confrontación con las ideas de desarrollo y sostenibilidad. Se presentaron allí también informes de dos nuevas actividades institucionales en Bogotá: el centro auspiciado por las Naciones Unidas en la Universidad de los Andes para hacerle seguimiento al cumplimiento de los objetivos del Desarrollo Sostenible y la instalación aquí del Instituto de Estocolmo, que ha sido pionero en la investigación ecológica. Ojalá todo esto nos ayude a reconocer la complejidad de la realidad.
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