La coca y la economía socioecológica

Julio Carrizosa Umaña
29 de junio de 2018 - 03:00 a. m.

Si Duque quisiera y lograra escaparse de sus dogmas, el neoliberal y el autoritario, podría resolver el problema de la coca en Colombia. Paradójicamente, su amigo Carrasquilla, uno de los economistas más cercanos a esas ideas, podría ayudarlo si tuviera en cuenta lo que la economía socioecológica ha dicho acerca de las características del país en que ambos viven.

El problema principal es que el presidente electo tiene la cabeza mucho más cercana a las ideas autoritarias de quienes piensan que lo que hay que hacer para acabar con la coca es más de lo mismo que ya ha fracasado en el país y le aconsejan golpear a los santistas que lograron el acuerdo con las Farc.

Otro problema es que Carrasquilla no es precisamente alguien muy cercano al pensamiento ambiental y hasta ahora ha mostrado una confianza muy grande en el método empresarial para solucionar los problemas de la pobreza y la inequidad. Sin embargo, Carrasquilla también sabe que su gran maestro Milton Friedman, el gurú del neoliberalismo de la Escuela de Chicago, escribió hace unos años que la única manera de eliminar la concentración de dinero en el narcotráfico era legalizar el uso y el comercio de la cocaína.

Me doy cuenta de que la recomendación de Friedman no se puede cumplir con Trump en el poder, pero creo que Duque-Carrasquilla podrían enfrentar con éxito la injusta amenaza de desertificación si se alejaran de sus dogmas. Bastaría que se dieran cuenta de que otra de las recomendaciones de Friedman, la que sustenta las actuales normas fiscales y monetarias estrictas, tampoco debería cumplirse si se trata de acabar con el narcotráfico en Colombia. Cuando se comparan los muchos miles de millones ilegales que entran al campo con los pocos millones legales que hoy producen la agricultura y la ganadería, aparece claramente la necesidad de una solución monetaria-fiscal.

La única forma de equilibrar a corto plazo esa situación es encontrar formas rápidas y expeditas de transferir a los campesinos enormes cantidades de dinero legal; por ejemplo, como lo he escrito varias veces, bastaría pagarles muy bien a los campesinos que restauraren y recuperen los ecosistemas.

Eso es imposible hoy si se cumplen las ideas monetarias y fiscales de Friedman y, según él mismo decía, la única solución sería que la coca se legalizara, lo cual también es imposible. Carrasquilla tiene la autoridad académica para convencer al Banco de la República de la necesidad de romper esa paradoja ideológica.

 

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