La polémica de Santurbán es un excelente ejemplo de la complejidad física y biótica del país, de su pobreza estructural y funcional y de los impactos que esta genera en todas las actividades sociales, económicas y políticas.
Una parte del mito acerca de la riqueza del territorio colombiano se inicia cerca de Santurbán en el siglo XVI, cuando uno de los capitanes de las fuerzas europeas, Bartolomé Hernández Herreno, “descubrió” lo que él llamó el “río de oro”. Bartolomé fue uno de los “conquistadores” más empecinados y cercanos a los capitanes alemanes que fueron enviados durante el reinado de Carlos V. Hernández batalló con Alfinger, fue herido y regresó con Federman; tal vez fue el primero que estableció, con su mujer indígena, un lavadero de oro junto a ese río y se sabe que, al poco tiempo, en 1558, murió en un enfrentamiento con los yariguíes.
Son innumerables los colombianos que desde entonces han dedicado su vida a lavar oro, a transportarlo, a venderlo, y muy pocos los que han resuelto con el oro sus problemas. Son muchos más los europeos que se han lucrado con el oro colombiano, partiendo, según tradiciones, con el mismo emperador Carlos V, de quien se dice que logró así el voto de algunos de los electores que lo designaron emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
Estas primeras historias acerca del oro colombiano y sus relaciones con el agua son tan intrincadas no sólo por las características del “descubrimiento” y la “conquista” de lo que llamamos Colombia, sino por las peculiaridades de los ecosistemas colombianos, partiendo de los eventos fundamentales de su formación, los choques entre cinco diferentes placas continentales, las consiguientes intensas actividades volcánicas y tectónicas y las invasiones y retrocesos de los océanos sobre este territorio, a lo cual hay que agregar el encuentro constante de los vientos alisios del norte con los del sur en la zona de convergencia intertropical que produce algunas de las más altas precipitaciones de lluvias en el planeta. Tal vez esa diversidad de procesos es lo que ocasiona que aquí sean escasos y pequeños los filones y que la mayoría del oro se encuentre disperso, mezclado con las aguas y con los suelos de nuestro territorio, haciendo extraordinariamente difícil, costosa y contaminante su extracción.
La complejidad del caso aumentó hace unos años con el aumento del precio del oro debido, en parte, a la demanda de la clase media de la India. Difícil proteger en estas circunstancias el patrimonio ecológico de un pequeño país.