En estos días, los ambientalistas deberíamos tener una nueva prioridad: defender la vida de los seres humanos en todo el territorio de Colombia. La muerte, el mes pasado, de María Yolanda Maturana, líder ambiental de Risaralda, nos recuerda que más de doscientos líderes ambientales han sido asesinados en los últimos años, 37 el año pasado.
Un estudio de Joan Martínez Alier y la Universidad del Valle muestra que la mayoría de los asesinados se convirtieron en objetivos cuando tocaron los intereses económicos de sus asesinos o de quienes los contrataron. Los matan porque se oponen a que se contamine un río, se deforeste una región o se deseque un humedal. Los muertos son aquellos que toda su vida han protegido las especies en peligro de extinción, han denunciado el incumplimiento de unas normas urbanísticas o continúan oponiéndose a la minería que destruye las cuencas y envenena las aguas públicas. Son líderes comprometidos con la defensa de la sociedad y de la naturaleza que la sostiene.
Rodrigo Uprimny ha convocado a una unión contra todos los asesinatos, liderada por Uribe, Santos y el padre Francisco de Roux. Es evidente que las palabras de los tres podrían influir en la mente de algunas de las personas obsesionadas con la venganza, cegadas por el odio o impulsadas al delito para aumentar sus ingresos. Los ambientalistas deberíamos apoyar esta idea y yo agregaría que es necesario que sepamos si alguno de los candidatos a la Presidencia de la República desea oponerse a ese pacto, o si hay en Colombia todavía algún intelectual, profesor o líder político, de izquierda o de derecha, que pueda o quiera sustentar hoy la continuación de la violencia política.
Me dirán que eso es apartarnos de nuestros objetivos, que nosotros somos defensores de la fauna, la flora y el agua, que debemos reducirnos a mejorar las relaciones entre la sociedad y la naturaleza. Que… Les contesto que el ambiente es todo lo que nos rodea, incluyendo los humanos y sus obras, que si buscamos respeto a las otras especies también debemos urgir el respeto a los otros seres humanos. Por eso lo ambiental es complejo y es imprescindible reconocer esa complejidad y aprender a ver el mundo amplia y profundamente, dándonos cuenta de las interrelaciones existentes, recordando el pasado y tratando de prever el futuro, con un “deber ser” en nuestros ojos y un enorme respeto a las otras especies, a las mujeres y los hombres, a lo que no tiene vida, a esa otredad que rodea a cada uno de nosotros.
* Miembro de La Paz Querida.