Mentiras

En este país los titulares son cíclicos. Y las declaraciones de algunos políticos también. Con el Gobierno actual se puso de moda utilizar una plantilla según la cual los mandatarios insisten en “hacer llamados a la tranquilidad”, sugiriendo que todo va de maravilla porque sobre los delincuentes siempre “caerá todo el peso de la ley”.

Pero detrás de esa retórica suele estar la incapacidad estatal. En nada se traduce decir que la captura de Otoniel partió en dos la historia del crimen en Colombia o que a los gobernantes no les tiembla la mano para perseguir a los delincuentes, porque les tirita en el momento de tomar decisiones estructurales que permitan cambiar el rumbo y evitar que los titulares de hoy sean los mismos de ayer y de mañana.

Ejemplo de frases tan trilladas que ya son mentiras son las declaraciones del gobernador encargado de Arauca, Alejandro Navas, quien reemplazó al electo, preso por presuntos nexos con el Eln. Aclara el gobernador que se avanza “de manera efectiva” en la investigación de lo sucedido, pero de eficacia poco. Una semana y media después de los hechos se desconoce quiénes fueron los responsables.

Insiste en otro sofisma. Dice que todo va viento en popa porque hay 30 agencias de cooperación en el territorio haciendo diagnósticos con la Defensoría del Pueblo. Pero ya los diagnósticos están hechos. Desde hace años la gente sabe que la mayor tragedia de Arauca es el abandono estatal.

También es una mentira del gobernador que la comunidad de Arauca debe tener la tranquilidad de que hay un Gobierno que trabaja para prevenir que situaciones como las del 2 de enero vuelvan a suceder. Si hubiera tal Gobierno, mujeres como Carmen Salamanca, testigo de la tragedia, no habrían tenido que salir huyendo de su casa en Fortul en una volqueta. Tampoco los comerciantes de Arauquita y Saravena, que desde entonces y con la amenaza de un paro armado no han vuelto a abrir las puertas.

Dice el gobernador que “en Arauca hacen presencia dos grupos organizados al margen de la ley, los cuales son las disidencias de las Farc y la guerrilla del Eln, que han estado en el territorio por más de 40 años”. El Eln sí, pero en el caso de las Farc hace 40 años no eran disidencias y con el Acuerdo de La Habana la violencia tuvo un respiro. Hoy, además de que volvió la guerra, la situación social es la peor en años. El desempleo se calcula en 35 % y es evidente que solo a punta de presencia de dos batallones del Ejército no se logra la prosperidad. Que lo digan en el Catatumbo, que tiene el número más alto de militares por habitante del país.

Lo sucedido en Arauca (y pocos días después en Cali), deja claro que este Gobierno no fue el sucesor de la Seguridad Democrática y que el país retrocedió en el momento en que la derecha persiguió, una vez más, la idea de que el narcotráfico y también la pobreza son un problema exclusivamente de seguridad.

En Arauca, como en el Cauca, el Catatumbo, Cali o Norte de Santander, hay más territorio que Estado. Pero el que la hace la paga, insisten con mentiras los beligerantes.