Pagando por adelantado

Luis Carlos Vélez
10 de julio de 2017 - 02:00 a. m.

Siempre sospecho de los vendedores que me felicitan por mis zapatos o algo que llevo puesto cuando entro a una tienda acompañando a mi esposa, sobre todo porque uso los mismos desde hace años, que muestran su evidente trajinar y además ella los odia. Sospecho también de mi perro cuando llego a casa y se muestra excesivamente cariñoso y su cara me dice que él es sólo una inocente mascota, porque cada vez que lo hace coincide con que encuentro una meada en la sala, babeada del tapete o un cojín hecho trizas. Por eso sospecho también de la razón por la que el régimen de Nicolás Maduro otorgó el beneficio de la casa por cárcel a Leopoldo López.

Me explico. El ente encargado de dar el aval de la prisión domiciliaria a López fue el Tribunal Supremo de Justicia, la misma entidad que tiene la tarea de aprobar la Asamblea Nacional Constituyente propuesta por el Presidente para perpetuarse en el poder y la iniciativa de realizar una consulta popular presentada por la oposición para evitarla. Es decir, más allá de ser una medida basada en el cumplimiento de la ley, condiciones humanitarias y la independencia de poderes, el otorgamiento de casa por cárcel a Leopoldo López por parte del TSJ es una jugada para darse legitimidad.

Lo que busca el Gobierno es que aquellos que cuestionan la independencia de ese Tribunal no tengan arsenal para acusarlo de sesgado y de favorecerlo. La lógica que se busca crear es que si el Tribunal es idóneo e independiente para mejorar las condiciones de la ficha más destacada de la oposición, también lo es para darle su visto bueno a la constituyente.

Sin embargo, es claro que en Venezuela no existe la división de poderes. El arzobispo Diego Padrón, presidente de la Conferencia Episcopal de ese país, califica al gobierno de Maduro como una dictadura, mientras que la líder opositora María Corina Machado va más allá y la considera una dictadura militar. Y es que aunque quieran vestir a la mona de seda, la mona es realmente una mona déspota, armada y vestida de verde militar.

Aunque el régimen esté buscando capital político para legitimizar sus instituciones y tenga preparado un bombazo más adelante, es claro que las manifestaciones han llevado a Maduro a que ceda a hacer un intercambio, algo que claramente no hubiera hecho si no estuviera sintiendo la presión de las manifestaciones y el descontento internacional.

Venezuela va en la línea rápida para un desenlace violento de su situación. Primero, por la carencia de razón en Miraflores, y el desespero del pueblo que empieza a buscar en la Constitución justificación para armarse y derrocar violentamente al régimen. Por eso es necesario que se desactive la bomba y no haya más muertos. El presidente Santos puede jugar un papel determinante en esa labor.

Su ascendencia como nobel de paz cae como anillo al dedo, así como su propia necesidad como jefe de Estado del país al que más afecta la salida de madre de la situación en su vecina Venezuela.

 

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