Diez años del Santo Domingo

Los diez años que cumple el Teatro Santo Domingo son reflejo de una labor cultural que no ha tenido paralelo antes en nuestro país. No se ha tratado únicamente de presentar espectáculos, sino también de ser un motor de divulgación y de creación de nuevos públicos, entre estos y en forma notable, entre los niños de las escuelas capitalinas, muchos de los cuales nunca habían sabido antes lo que es una orquesta o una representación teatral en vivo.

Ha sido una labor de amor por parte de los generosos mecenas que han proporcionado a nuestros públicos eventos que nunca se hubieran podido imaginar antes, entre ellos orquesta y grupos de cámara de categoría internacional, algunos de los principales conjuntos de danza y óperas de casas importantes. Ha sido notable además el muy buen criterio de escogencia de lo que pisa los escenarios de las dos salas de las que se compone el teatro y, además, la labor didáctica que se hace no solo al dar acceso de lo que se presenta a niños que serán el público del futuro, sino con los festivales musicales que en forma sorprendente no solo nos han dado gran música, sino además una visión de la obra de algunos de los genios musicales de la historia de este arte.

Es una lástima que esta importante efeméride haya tenido lugar en medio de la crisis sanitaria que se vive y que ha obligado no solo a cancelar los grandes espectáculos programados, sino también las celebraciones que iban a suceder. Habrá que esperar mejores tiempos para tomar la tradicional copa de champaña de los cumpleaños, pero mientras tanto es de justicia elemental dejar constancia de lo que significa para la cultura colombiana la existencia del Teatro Santo Domingo.