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Lenguaje no sexista: algunas consideraciones (1.ª parte)

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María Alejandra Medina Cartagena, Gazapera
01 de marzo de 2021 - 03:00 a. m.
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En una columna pasada me referí al asunto del lenguaje no sexista. Hoy quisiera empezar a ahondar en por qué esta discusión es importante y compleja.

En la gramática actual, el género muchas veces corresponde con el sexo. «Emperador» (palabra de género masculino) por lo general se refiere a una persona de sexo masculino y «emperatriz» (género femenino), a una de sexo femenino. Sin embargo, no siempre ocurre así. «Personaje» es de género masculino, pero nos podemos estar refiriendo a una mujer cuando, por ejemplo, hablamos del personaje principal de una novela («ella es el personaje principal»). «Persona», palabra de género femenino, se refiere a hombres y mujeres. Este tipo de palabras son de género epiceno, es decir, las que siendo masculinas o femeninas cobijan tanto a hombres como a mujeres.

Gran parte de la discusión del lenguaje no sexista ha surgido del rechazo al masculino genérico; por ejemplo, que «los ciudadanos» incluya también a las ciudadanas («ciudadanos» no es una palabra de género epiceno).

Algunas situaciones muestran que el masculino genérico se queda corto. En un testamento —ha señalado la propia RAE como ejemplo— se podría aclarar que los bienes serán heredados por «hijos e hijas», pues decir solo «hijos» podría llevar a la interpretación de que se habla solo de los varones.

El lenguaje y la realidad están conectados —si es que no son lo mismo en algún punto—. Convocar a «ingenieras e ingenieros» (desdoblamiento léxico) para vacantes en un sector históricamente dominado por los hombres puede tener un impacto.

En próximas columnas me referiré a las complicaciones del desdoblamiento, a otras alternativas que se han planteado —para nombrar también a las personas con identidades no binarias— y quizá a lo más importante de todo: que en esta discusión nos escuchemos mutuamente.

mmedina@elespectador.com, @alejandra_mdn

María Alejandra Medina Cartagena, Gazapera

Por María Alejandra Medina Cartagena, Gazapera

Periodista e historiadora. Es editora de la sección Internacional, directora editorial de Impacto Mujer y columnista de la Gazapera, en El Espectador.@alejandra_mdnmmedina@elespectador.com
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Franz(62252)01 de marzo de 2021 - 09:08 p. m.
En pro de los derechos sería menester por lo menos aclarar si por sexista se entiende la denotación o las connotaciones de un enunciado como "los ciudadanos". Eso en la semántica formal de hace medio siglo, porque el hecho es que las coonotaciones no son evidentes, se consideren o no sexistas. El tema es político, no lingüístico, aunque se exprese lingüísticamente.
donaldo(ozm8o)01 de marzo de 2021 - 04:48 p. m.
"...pues decir solo «hijos» podría llevar a la interpretación de que se habla solo de los varones." Ahí está la trampa, Alejandra. Porque lo que da real sentido a las palabras es el contexto (la oración o el párrafo). Se imaginan lo empalagoso de preguntarle a cualquiera: ¿Cuántos hijos e hijas tienes? Empezaste muy bien, Alexandra, regresa al buen juicio.
donaldo(ozm8o)01 de marzo de 2021 - 04:42 p. m.
Bien haría Alexandra en no caer en la trampa del tal lenguaje incluyente, la gran madería de este siglo. Por fortuna, los escritores serios, rigurosos y creativos no han caído en él. De seguir con la sandez, los creyentes hombres van a tener Dios y las mujeres Diosa; los hombres diablo y la mujeres diabla.
Atenas(06773)01 de marzo de 2021 - 03:25 p. m.
Estas disquisiciones bizantinas propias de la grafía o linguistíca española, ya de por sí adocenada, pintan de cuerpo entero el espiritu hispano: florido tautológico, redundante, al punto de sacrificar un mundo por pulir un verso. Ayer, en un llamado medio de provincia, un ameno columnista recordaba al genial Argos con sus gazaperas gramaticales, quien solo pretendía brevedad y concrecíon.
Juan(62562)01 de marzo de 2021 - 02:44 p. m.
Pa gazapera ya no es lo que era antes. Me gustaba más la cacería de gazapos
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