El Petronio, para oír y saborear

Nunca se imaginó Germán Patiño que la reivindicación que hiciera del compositor de Mi Buenaventura, Petronio Álvarez, iba a tener la importancia y la trascendencia ya mundial que hoy ostenta este festival anual, que arrancó ayer y ha llegado a su mayoría de edad de realización ininterrumpida.

Se trata de un encuentro único con los ritmos, las canciones, las voces, los bailes, la moda y la riquísima gastronomía de nuestro Pacífico, que canta y encanta. Durante cuatro días la afrocomunidad del litoral mostrará la cultura de su raza a un cada vez más multitudinario público que viene a la hospitalaria Cali, segunda ciudad donde habita el mayor porcentaje de gente de color de Suramérica.

En esta oportunidad el protagonista sonoro del evento seguirá siendo el instrumento bautizado como piano de la selva. Es así como la marimba estará presente en la mayoría de los conjuntos que están concursando en las distintas modalidades, junto con los violines ancestrales y los cantos tradicionales.

Hay que sumarle a lo anterior los novedosos desfiles con tradicionales atuendos, que causan furor en las pasarelas acompañados de bolsos, turbantes y bisutería, que son ponderados por su originalidad y colorido en ese exigente mundo de la vanidad y el glamur.

He dejado para el final lo referente a la gastronomía con esas deliciosas y únicas preparaciones de los fogones ancestrales, en los que se reúnen más de un centenar de cocineras para elaborar exquisitos platillos. La rechupetuda oferta no se consigue en ningún otro lugar y va acompañada de dulces, tortas y pasteles para los paladares más exigentes.

Añadan a todo ello, además, los licores como el arrechón, el tumbacatres y el insustituible viche, y podrán tener una experiencia para los cinco sentidos, ¡aquí en Cali, ve!