La constituyente es una mala idea y la oposición la incentiva

En el tema de la constituyente no es claro qué es estrategia y qué es improvisación. Lo dicho por el presidente en Cali no fue lo que terminó por articular ante los medios de comunicación y a través de un comunicado publicado en Twitter.

Al principio parecía que se trataba de un globo más. Uno desconcertante dada las promesas del entonces candidato. Tras la reacción de algunos sectores, el globo ni siquiera se elevó y por el contrario fue desinflado… De la posible constituyente leída inicialmente como una forma de cambiar instituciones contrarias a las reformas impulsadas en el Congreso (una idea políticamente cuestionable y francamente delirante desde el punto de vista de los votos y el tiempo requeridos), pasamos a una propuesta de seis puntos. Una lista de iniciativas que se podría tramitar por vías menos engorrosas e inciertas.

Ahora parecería como si Petro estuviese diversificando las palabras para terminar de explicar qué es lo que realmente pretende con el llamado “proceso constituyente”. Las apelaciones a la movilización y a los cabildos abiertos, la insistencia en el pueblo y su voluntad, han llevado a que la derecha cuestione sus credenciales demócratas y liberales. Otros desempolvaron a Antonio Negri y alertaron sobre el supuesto verdadero sentido del poder constituyente en los planes de Petro: el paso hacia tierras ajenas al sistema jurídico actual y los preparativos para una transición hacia la conformación de una sociedad socialista.

Cualquiera sea el desenlace de tanta especulación sigue siendo cierto que un sector de la oposición bastante bien ejemplificado en personajes menores como Miguel Uribe Turbay, del Centro Democrático, se alegra al no discutir las reformas en el Congreso. Es lo que acaba de ocurrir con la reforma pensional.

Si al presidente le cabe responsabilidad en el clima de incertidumbre que creó también habría que lamentar el ejercicio de oposición, de talante antidemocrático, que se limita a acorralar.