Deshacer el nudo (I)

Esta semana que acaba el Juzgado 29 de ejecución de penas de Bogotá le concedió la libertad condicional a Jorge Noguera Cotes, exdirector del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS). Noguera fue capturado en 2007 luego de que la Fiscalía demostró su responsabilidad en el asesinato del profesor Alfredo Correa de Andréis, en connivencia con Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40.

Este homicidio es solo una punta del gran nudo de crímenes de Estado perpetrados en el norte de Colombia entre las décadas de 1990 y 2000. Quizá la libertad de Noguera y el regreso a Colombia de Tovar abran espacio para deshacerlo. En esta y la columna que sigue intentaré sumar algunas reflexiones sobre el enredo entre actores de todos los tipos, que defendieron distintas apuestas sobre el paisaje y el futuro.

Pese a que las primeras evidencias de la colaboración entre el DAS y el paramilitarismo datan de 2003, fue en 2004 cuando salieron a flote las primeras delaciones sobre estos vínculos, debido a las denuncias interpuestas por el segundo al mando del departamento, José Miguel Narváez. Este denunció ante la Fiscalía que bajo la dirección de Jorge Noguera las oficinas del DAS se habían puesto al servicio de la mafia y los paramilitares. De acuerdo con estas declaraciones, el director de inteligencia nombrado por Noguera, llamado Enrique Ariza, habría estado equipando una sala de interceptaciones telefónicas dentro de la institución, para ponerla al servicio de Carlos Jiménez (alias Macaco), jefe del Bloque Central Bolívar.

Noguera gozó de tranquilidad unos años más pues, como recordamos, fue respaldado por el gobierno Uribe y fungió de cónsul de Milán. Pero las acusaciones lo alcanzaron otra vez en 2006, cuando Rafael García, jefe de informática del DAS, contó que, además de las escuchas, funcionarios de la institución habían borrado del sistema órdenes de captura y modificado los movimientos migratorios de personas. Así mismo (como corroboró la investigación de la Procuraduría), explicó cómo Noguera adjudicó contratos millonarios a las firmas MT Base e Impsat, a cambio de una serie de coimas: una parte del dinero recibido tenía como destino final las arcas del Bloque Norte. García dijo también que, durante las elecciones de 2002, el Bloque Norte, a través del movimiento político Provincia Unida, consiguió votos por el expresidente Uribe, entonces candidato, mediante fraude en el Magdalena. El director departamental de la campaña era Noguera. El exparamilitar José Gélvez, comandante del Frente Resistencia Tayrona, confirmó esta versión.

Otro de los testimonios tuvo que ver con el funcionario Sigifredo Puentes, director del área de Investigaciones Financieras del DAS, quien en la víspera de una incautación de bienes al jefe paramilitar Hernán Giraldo y sus testaferros fue desautorizado por Noguera. Puentes fue trasladado inmediatamente a otra seccional, lo que fue interpretado por sus compañeros como un castigo por su “deslealtad”. De manera similar Noguera ordenó el desmantelamiento del Grupo de Trabajo de Investigaciones Financieras del DAS y fueron licenciados todos los miembros del grupo.

Como parte de este proyecto en colaboración con el paramilitarismo, el DAS, en cabeza de Noguera, suministró a los paramilitares los nombres y ubicaciones de sindicalistas y profesores universitarios costeños. “Existían listados de líderes sindicalistas, activistas de izquierda, profesores y estudiantes universitarios, los cuales eran entregados a grupos del Bloque Norte”, explicó García en su declaratoria. “Yo fui testigo cuando Jorge Noguera les pidió aprobación a las Autodefensas para el nombramiento de Rómulo Betancourt como director del DAS en Bolívar y dicen que él era el encargado de esa labor. Las listas se las hacía llegar Jorge (Noguera) a través de Álvaro Pupo, el cual es familiar de Rodrigo Tovar Pupo, comandante del Bloque Norte. Yo varias veces vi a Álvaro Pupo en el despacho de la dirección”.

En 2004 y 2006 fueron asesinados en Ciénaga, Magdalena, los activistas Luis Romo, Alejandro Arqueta y Eberto Fiol. Los tres tenían en común con Correa de Andréis que trabajaban por la defensa de las tierras de las comunidades en el corregimiento de Palermo, Magdalena. Según se supo después, grupos del Bloque Norte, en cabeza de Édgar Fierro (alias Don Antonio), tenían la orden de obtener el control de estas tierras.