Hace casi un año, cuando se acababa el terrible 2020, terminamos el editorial con una serie de preguntas: “¿Cómo va a ser la Colombia pospandemia? ¿Cambió todo para que todo siguiera igual? La resiliencia necesita estar acompañada de inspiración y la valentía de los ciudadanos tiene que verse representada en un sacudón de todos los espacios colectivos”. Un año después hay síntomas alentadores y respuestas por construir.
La pandemia siguió definiendo todo 2021. En contraste con lo ocurrido en 2020, este año encontramos una seguidilla de buenas noticias. La llegada al país del Plan Nacional de Vacunación empezó lenta, pero demostró que Colombia no ha desperdiciado su experiencia histórica en llevar a cabo procesos exitosos de inmunización. Al cierre de esta edición se reportaron 63’187.778 de dosis de vacunas aplicadas. En total ya superamos 27’500.000 esquemas completos de vacunación. No se puede, claro está, cantar victoria, pero la cuarta ola ha podido controlarse y estamos lejos de la seguidilla de tragedias que experimentamos en el primer semestre, con una tercera ola que se convirtió en meseta y amenazó con colapsar el sistema de salud. De los errores y del dolor aprendimos. La cautela de los colombianos se ha impuesto y hoy estamos cerca de poder inventarnos una Colombia pospandemia. Las nuevas variantes nos exigen mantenernos alertas, pero tenemos a nuestra disposición todas las herramientas necesarias para evitar lo peor.
Seguimos siendo una nación en duelo. Seguimos honrando a los más de 130.000 colombianos que murieron por culpa del COVID-19. Tantas familias cargando un dolor encima son una invitación abierta a preguntarnos cómo podemos construir un país más unido, más empático y más solidario que no se deje seducir por la polarización. Este año también vimos el asesinato de policías, líderes sociales, manifestantes, excombatientes y personas que les apostaban a la democracia y a la paz. Por ellos tenemos que seguir buscando las respuestas.
Es momento de encontrarnos en las diferencias. Las fiestas que se celebran por estos días son un encuentro entre generaciones, entre ideologías, entre visiones a menudo muy distintas de país. Qué mejor momento de utilizar esos espacios para dialogar, para cuestionar y desmantelar los odios que se leen en redes sociales, para aplacar los miedos hacia las vacunas, hacia los migrantes, hacia el “otro”. No hay mejor momento que el ahora para recordar que todos vamos en el mismo barco llamado Colombia. Y repetimos la pregunta: ¿cómo salimos de una crisis histórica siendo más fuertes y más pacíficos?
Desde El Espectador seguiremos aportando lo que podamos para ayudar a construir esa respuesta: dar información veraz y puntos de vista útiles. Nos unimos a los duelos de tantas familias colombianas y les deseamos unas fiestas tranquilas. Seguimos creyendo en el poder de la resiliencia.
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