Publicidad

¿Cómo regular la publicidad política digital?

02 de julio de 2020 - 05:00 a. m.
Nuestras democracias están temblando gracias a las distorsiones que permiten las redes sociales, por eso la pregunta sigue abierta: ¿cómo combatir la desinformación y las mentiras? / Imagen: El Espectador
Nuestras democracias están temblando gracias a las distorsiones que permiten las redes sociales, por eso la pregunta sigue abierta: ¿cómo combatir la desinformación y las mentiras? / Imagen: El Espectador
Foto: MAURICIO ALVARADO

La conversación sigue vigente. Hace casi un año, Alexandria Ocasio-Cortez, representante a la Cámara por el Partido Demócrata en Estados Unidos, estaba interrogando a Mark Zuckerberg, fundador de Facebook. En síntesis, la parlamentaria le preguntó si un político podría utilizar la publicidad en esa red social para difundir mentiras. La respuesta de Zuckerberg: “Sí, probablemente”.

Ahora, Facebook está en medio de un boicot masivo. La empresa ha perdido millones de dólares en pocos días debido a que marcas como Procter & Gamble, Starbucks y Honda decidieron dejar de utilizar la pauta publicitaria en esa red social. La principal fuente de ingresos para la compañía de Zuckerberg siempre ha sido la publicidad. Por eso sus financiadores están preocupados por el rol que ha cumplido esa plataforma en la difusión de noticias falsas y, en particular, discursos de odio que desencadenan en violencia.

Este no es el único debate sobre libertad de expresión y pauta publicitaria en internet. Twitter empezó a utilizar un mecanismo de verificación de datos para ciertos tuiteros, incluyendo a Donald Trump. TikTok, de origen chino, ha sido cuestionado por organizaciones de derechos humanos debido a la censura que ejerce sobre contenido que no favorece al Partido Comunista de su país.

Son muchas las consideraciones vigentes, pero hay una que es en particular problemática: ¿todo se vale al momento de hacer publicidad política? Esta semana Colombia entró a ese debate gracias al Consejo Nacional Electoral (CNE).

En una resolución, el Consejo llegó a una conclusión que tardó demasiado en aplicar: las redes sociales son un espacio de publicidad política y, si existen reglas para este tipo de comunicación en el mundo “análogo”, también deben utilizarse en el digital. Es decir, los políticos no pueden abusar de internet para burlarse las normas electorales.

Como no ha habido claridad, el mismo CNE acepta que “esta problemática ha llevado a que de manera reiterativa muchas conductas que se desarrollan en el marco de la campaña electoral estén cubiertas de un manto de duda frente a la legalidad de las mismas, por cuanto no se han establecido prohibiciones expresas y específicas, salvo limitaciones amplias contempladas en las leyes”. Los aspirantes que utilicen las plataformas como Facebook, Instragram o Twitter para hacer campaña política fuera de los términos establecidos podrán enfrentar sanciones. Es un buen paso.

Surgen, sin embargo, dudas. La regulación de internet siempre se choca con espacios grises e imposibilidades técnicas. También está en juego la libertad de expresión y el problema de los abusos de las normas para silenciar ciertas expresiones. En últimas, la regulación electoral está en riesgo de ahogarse entre la impunidad o en utilizar solo algunos casos como chivos expiatorios, mientras que el problema general sigue sin control.

Nuestras democracias están temblando gracias a las distorsiones que permite internet, por eso la pregunta sigue abierta: ¿cómo combatir la desinformación y las mentiras?

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.

Nota del director. Necesitamos lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Por favor, considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar