Desfalco en la salud: carrusel anunciado

EL LUNES FUERON CAPTURADAS por la Dijín cinco personas vinculadas al Ministerio de la Protección Social, el Fosyga y una EPS, por irregularidades en los recobros del sistema de salud.

El Espectador
04 de mayo de 2011 - 11:00 p. m.

A su captura le siguió una pública presentación del presidente Juan Manuel Santos, la Fiscalía, la Contraloría y la Policía Nacional. Se anunció por televisión, como si de sorpresa se tratara, que el sistema estaba siendo estafado por distintos intereses. No obstante, sin ánimo de demeritar la importante labor de los organismos de control y de la unidad anticorrupción de la Policía, esto, que inesperadamente se descubre, era hace tiempo evidente. De la misma manera que es obvia la metáfora del discurso presidencial: “Se trata de la punta del iceberg”. Cinco capturados y una pérdida de $30.000 millones por corrupción es, claramente, sólo el comienzo. No obstante, aunque haya quienes pescaron en río revuelto —y, por tanto, deban comparecer, así sea tarde, ante la justicia— lo cierto es que la gran culpa no es solamente de los corruptos, sino, por duro que suene, también del Estado.

Más específicamente, es en la negligencia del Congreso y del Gobierno de por lo menos las últimas cuatro administraciones que se explica la crisis y desfalco del sistema. Los jueces, si bien es cierto que varias veces se han excedido autorizando tratamientos que no correspondían, estructuralmente no pueden solucionar el hecho de que el Plan Obligatorio de Salud (POS) tenga por lo menos 20 años de atraso. Atraso que significa que los listados de medicamentos y tratamientos cubiertos por el sistema —con todas sus especificaciones, incluido su precio— no son los que hoy la tecnología ofrece sino los que ofrecía hace décadas. De hecho, el panorama es más grave: el país nunca ha tenido un POS verdaderamente estructurado; lo que hay es una actualización, en términos de equiparación de medicamentos, de lo que históricamente ofreció el Seguro Social según sus registros. De ahí que, en medio de gran improvisación, se tuviese que instaurar un sistema no-POS para cubrir el atraso y estrechez del listado mientras éste se actualizaba, o mejor, se elaboraba propiamente por primera vez.

El funcionamiento del no-POS consistió en una especie de seguro de reemplazo pagada con recursos públicos. Así, si un tratamiento no estaba listado, se podía acceder a éste primero sólo por vía de la tutela y después también por los comités técnicos de las EPS. Tal acceso, en cualquiera de las dos vías, les representaba a las EPS un lucrativo negocio, pues los precios de los tratamientos no estaban determinados. Para complicar las cosas, ni las reglas fueron comprensivas ni se creó una institución para manejar los fondos. Tal será la falta de institucionalidad en la salud que para manejar el llamado Fosyga —el fondo de los recursos, ni más ni menos— no hay una fiducia, como debería ser el caso, sino una especie de cuenta fantasma, sin personería jurídica ni planta de personal propia, administrada por funcionarios varios del Ministerio de la Protección Social.

En semejante desorden era de esperarse que las EPS y los múltiples intermediarios comenzaran a infiltrar el sistema. ¿Cómo no iban a darse todo tipo de “peajes” y excesos si distintos funcionarios, sin reglas ni controles, son los encargados últimos de autorizar los recobros? Por fortuna, el POS actualizado será entregado por la CRES este 1° de diciembre. Algo que solucionará, en alguna medida, este problema. No obstante, sigue faltando una institucionalidad seria, que incluya una bien pensada infraestructura para manejar la salud. Al Gobierno, sin embargo, no se le ven intenciones de solucionar esta falla que, por lo demás, no es la única por la cual se está desangrando el sistema. Las capturas y los demás procesos que tras este episodio abrirán los entes de control son importantes en tanto hacen valer la justicia, pero estos delincuentes serán reemplazados por otros si el Gobierno no se mete a solucionar lo que otros dejaron a medias.

Por El Espectador

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