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El presidente Gustavo Petro podría leer las primeras frases del comunicado del Banco de la República como muestra de que su política macroeconómica ha dado resultados. No lo hará, por supuesto, porque el mandatario sigue estigmatizando a los miembros de la junta del Emisor, pero la reciente reducción de la tasa de interés muestra que las consideraciones no han sido partidistas, sino técnicas. Que tenemos un banco prudente es conocido desde su fundación, y que eso incomoda al gobernante de turno también es una constante. Lo que no puede afirmarse es que una institución tan importante para la estabilidad del país esté actuando fuera de su mandato constitucional.
Leer el comunicado del Banco de la República es ver buenas señales en todas partes. “La inflación anual retomó su tendencia decreciente al pasar del 5,3 al 5,1 % entre febrero y marzo. La inflación básica sin alimentos ni regulados mantuvo su tendencia descendente al pasar del 4,9 al 4,8 %”, dice el Emisor. Y agrega que “las cifras disponibles de actividad económica para el primer trimestre sugieren que la economía habría crecido a una tasa anual del 2,5 %”, un dinamismo que se debe “al fortalecimiento de la demanda interna jalonada por la expansión del consumo privado y de la inversión”. Es decir, hay señales para creer que la inflación seguirá descendiendo y que en el futuro vendrán aún más reducciones a la tasa de interés.
Otro mensaje inequívoco y muy bienvenido es que el banco adoptó la nueva reducción de 25 puntos básicos por unanimidad. Esto no ocurría desde 2023. Nos parece importante no solo por la señal que se les envía a los mercados de la confianza en la senda de recuperación económica colombiana, sino porque es un claro contraste a los improperios que el presidente lanzó contra la junta. El Gobierno y los distintos miembros de esta estuvieron de acuerdo, lo que muestra que las instituciones pueden funcionar a partir de construir consensos, lejos de imposiciones ideológicas.
Lo anterior, claro, no fue suficiente para el presidente Petro. Más allá de que el Gobierno siga insistiendo en que necesitamos reducir las tasas con mayor velocidad, el mandatario encontró en el banco una buena herramienta para su campaña política. En respuesta a la reducción de la tasa dijo que “no permiten desahogar financieramente al Gobierno y paralizan la economía nacional”, y también los acusó de detener el desarrollo del capitalismo y la economía popular productiva. Es decir, la Casa de Nariño, al menos en la cuenta de X del presidente, ya se casó con la tesis de una conspiración en contra.
Lo que es una lástima, porque si hubiese un poco de distancia y desapasionamiento se podría ver que el Banco de la República ha actuado de manera predecible. También similar a sus referentes en el resto del mundo democrático. ¿Se trata de una entidad que prefiere pecar del lado de la cautela? Sí, pero también los resultados en el manejo de la inflación saltan a la vista. Sus argumentos siempre son transparentes: aun hoy, con la situación global tan compleja debido al errático líder de Estados Unidos, es difícil creer que estaremos a salvo del coletazo de una eventual crisis. Por eso sería útil que el Gobierno establezca un diálogo más constructivo con el Emisor, aunque en tiempos de campaña es difícil creer que ese deseo se materializará.
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