El fracaso de seguir aplazando el derecho a la eutanasia

09 de abril de 2021 - 03:00 a. m.
Lo que hacen los parlamentarios es fomentar el dolor de personas muy vulnerables que solo quieren ejercer autonomía sobre su propia vida. / Foto de referencia: Getty Images
Lo que hacen los parlamentarios es fomentar el dolor de personas muy vulnerables que solo quieren ejercer autonomía sobre su propia vida. / Foto de referencia: Getty Images
Foto: Getty Images - kupicoo

El Congreso de la República sigue huyendo de los debates complejos pero importantes. Quedaron faltando tres votos para que avanzara la necesaria regulación de la eutanasia en Colombia, que la Corte Constitucional le ha exigido en varias sentencias. Confrontado por una situación que despierta tensiones morales, pero que en últimas es un reto a la empatía del país entero, el Legislativo decidió utilizar su táctica de siempre: hundir el proyecto y dejar a los colombianos en medio de lagunas jurídicas que terminan siendo llenadas por la jurisprudencia. Se trata de un fracaso moral de los parlamentarios que se dejaron seducir por el oscurantismo. También es un mensaje claro para la Corte Constitucional, que en los meses siguientes tendrá que tomar decisiones sobre temas que suelen remitirle al Congreso, como el aborto. Ha quedado claro que los parlamentarios se sienten cómodos con dejar los derechos fundamentales de los colombianos en el limbo.

Volvimos a escuchar el escándalo ya conocido. Que la eutanasia es una legalización del suicidio, que reglamentarla es fomentar la muerte temprana de pacientes que podrían ser sanados, que es un incentivo para que los médicos no hagan todo lo que esté a su alcance o que es un atentado al esencial derecho a la vida. Son posiciones que se plantan en el miedo y se fundamentan en la religión para estancar una regulación necesaria y, ante todo, humana.

Un error común al hablar de eutanasia es dejarse llevar por las abstracciones. Quienes se oponen hablan de la “vida” como concepto general y del temor de permitir el suicidio asistido. Pero es deshonesto y equivocado aplicar un miedo generalizado a casos muy particulares. Lo que hemos visto en los colombianos que han solicitado el acceso a la eutanasia, en los términos permitidos por la Corte Constitucional, son pacientes que en medio del dolor han pedido dignidad y empatía. No se trata de una conspiración contra la vida, sino de reconocer que hay momentos límites en los cuales lo humano es, precisamente, dejar que cada quien decida cómo enfrenta las enfermedades terminales.

En cambio, la respuesta de la institucionalidad ha sido la agresión. Abundan en la jurisprudencia de la Corte los casos donde los prestadores del servicio de salud se escudan en pirámides de papeleos y trámites para no llevar a cabo la eutanasia. El resultado es que causan más dolor, frustración y estrés no solo a los pacientes, sino también a sus familiares y seres queridos. Hemos visto niños con enfermedades terribles que esperan meses por la eutanasia solo para terminar muriendo sin que los trámites hayan terminado. También vimos pacientes teniendo que exigir sus derechos ante las cortes mientras lidian con una terrible enfermedad.

Esos son los casos que llegan a necesitar la eutanasia. Esos son los niños, niñas, adolescentes y adultos que el Congreso ha decidido abandonar en diversas ocasiones. Al no existir una regulación, los vacíos llevan a burocracias diseñadas para que en Colombia sea muy difícil una muerte digna. En la práctica, lo que hace el Congreso es fomentar el dolor de personas muy vulnerables que solo quieren ejercer autonomía sobre su propia vida. También están atando a los médicos y profesionales de la salud que se ven obligados a tomar decisiones que van en contravía de los deseos de sus pacientes. Por donde se le mire es un fracaso.

La Corte debería hacer lo mismo que hizo con el matrimonio igualitario: dar plazos exactos para que el Congreso actúe y, si no lo hace, entrar a llenar el vacío por vía jurisprudencial. De lo contrario, el caso de la eutanasia muestra lo que ocurre: los derechos de los colombianos siguen siendo aplazados.

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Alfredo(08117)24 de junio de 2021 - 10:24 a. m.
De la Ley canadiense para que los fariseos tomen nota: 227 (1) Ningún profesional médico o enfermero será imputable de homicidio por el hecho de prestar asistencia médica para morir a una persona conforme al artículo 241.2
Alfredo(08117)24 de junio de 2021 - 10:09 a. m.
Es sorprendente el grado medieval de las clases gobernantes. Son fariseos que en pleno siglo XXI aún creen que morir dignamente mediante eutanasia constituye suicidio!!!!!!!!! Qué atraso tan enorme!!!!
Mar(60274)09 de abril de 2021 - 08:10 p. m.
Lo peor es que los que se oponen son los curas pedófilos, violan niños, pero es malo el aborto y la eutanasia, cuando violar a un niño es matarlo en vida.
Mar(60274)09 de abril de 2021 - 08:06 p. m.
Esperen al 2022 cuando Petro sea presidente, él si tiene sentido común, porque con Uribe la eutanasia es morir descuartizado vivo.
Mar(60274)09 de abril de 2021 - 07:56 p. m.
Excelente columna, Es que es un derecho, porque cuando la Constitución habla del derecho a la vida digna, automaticamente está implícito el derecho a la muerte digna, porque esta hace parte de la vida. Lo irónico es que cuando la gente quiere vivir, la dejan morir y cuando quiere morir, no se lo permiten, parece que lo que disfrutan es que la gente sufra.
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