El triunfo de la decencia en Estados Unidos

09 de noviembre de 2020 - 03:00 a. m.
El llamado del presidente electo a la unidad y la sindéresis son el mejor aliciente para los difíciles cuatro años que le corresponderán a partir de enero del próximo año. / Foto: AFP
El llamado del presidente electo a la unidad y la sindéresis son el mejor aliciente para los difíciles cuatro años que le corresponderán a partir de enero del próximo año. / Foto: AFP
Foto: Agencia AFP

La victoria en las elecciones del candidato demócrata, Joe Biden, devuelve la confianza a quienes esperaban un giro inmediato en la conducción del país del norte. Biden ha dado muestras, como vicepresidente y mandatario electo, de su talante institucional, su concepto de unir en vez de dividir, su respeto por la diversidad, su preocupación por la pandemia y por el medio ambiente. Todo lo contrario a su derrotado oponente, Donald Trump, quien se niega a reconocer el triunfo demócrata y demandará el resultado. Estados Unidos merece traer de nuevo la decencia a la Casa Blanca, y sus electores así lo han entendido. Los retos que le esperan son grandes.

“Es hora de bajar la temperatura y cerrar heridas, mirarnos, escucharnos de nuevo y dejar de ver a nuestros oponentes como rivales. No lo son, son estadounidenses”, dijo Biden junto a Kamala Harris, quien será la primera mujer en ser vicepresidenta de los Estados Unidos. Su llamado a la unidad y la sindéresis son el mejor aliciente para los difíciles cuatro años que le corresponderán a partir de enero del próximo año. Deberá enfrentar la actual pandemia que se agudiza de manera preocupante, recuperar la economía y mejorar los indicadores sociales. Lo anterior, en medio del deprimente espectáculo ofrecido por Trump, mintiendo acerca de un supuesto fraude electoral. Tanto las autoridades electorales a escala estatal, como las misiones de observación electoral de la OCDE europea y de la OEA, desestimaron el fraude.

Los recientes comicios dejan varias lecciones. Ningún país está exento de que un presidente populista llegue al poder mediante las urnas y pueda convertirse en un autócrata que socave la institucionalidad. El ejemplo de Donald Trump debería ser el mejor medidor del daño que puede hacer un discurso cargado de odio, racismo, nacionalismo, proteccionismo, xenofobia y desprecio por el medio ambiente, que niega la ciencia, antepone intereses personales al bien común, miente de manera compulsiva y mina los organismos multilaterales privilegiando el unilateralismo. Afortunadamente estos aspectos fueron derrotados. Sin embargo, cerca de 70 millones de personas votaron a favor de estas ideas. Algo debe estar mal en una sociedad que menosprecia principios esenciales de la civilidad. Se podría decir, guardadas las proporciones, que Hugo Chávez también ganó reiteradamente elecciones sobre la base del odio, el miedo y el nacionalismo, de la cercanía con otros gobiernos autócratas y de mentir de manera consciente.

Estas han sido las elecciones con el mayor número de votantes en los últimos 120 años. Demostraron que lo que estaba en juego era muy importante para Estados Unidos. En caso de confirmarse las tendencias, Joe Biden habrá ganado, dentro del complejo sistema estadounidense, con un número similar de votos en el Colegio Electoral al que tuvo Trump hace cuatro años cuando venció a Hillary Clinton. Además, le sacó a su oponente una ventaja mayor a los cuatro millones de votos. Los demócratas mantienen la mayoría en la Cámara de Representantes, aunque pierden algunos escaños, y todavía está por definirse si los republicanos controlarán el Senado.

“Voy a trabajar tan duro por aquellos que no me votaron como por los que lo hicieron, porque es hora de poner fin a la demonización (del contrario), la gente quiere que demócratas y republicanos unan fuerzas”, dijo Biden. Tendrá que emplearse a fondo, pues si el Senado queda en manos republicanas, la posibilidad de pasar leyes va a encontrar una fuerte oposición conservadora. Además, buena parte de los seguidores de Donald Trump, de la fanática derecha supremacista blanca, han quedado en pie de lucha bajo el discurso incendiario de su líder. Es de esperar que el retorno a la decencia impida que hechos de violencia, como los que se presentaron bajo Trump, vuelvan a ocurrir.

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Rudolf(57465)10 de noviembre de 2020 - 12:36 a. m.
Muy claro y contundente editorial.
Assia(26182)09 de noviembre de 2020 - 10:27 p. m.
Un aplauso para este Editorial. Gracias señores de El Espectador.
Hernando(84817)09 de noviembre de 2020 - 05:40 p. m.
Excelente editorial.
Periscopio(2346)09 de noviembre de 2020 - 01:59 p. m.
No fue gracias a la llegada sino a la salida de Trump del poder que "América will be great again".
Periscopio(2346)09 de noviembre de 2020 - 01:40 p. m.
La revancha del destronado Trump, (que también tiene sus "jugaditas") será autoproclamarse presidente, como Guaidó en Venezuela. Así el "impostor" Biden quedará relegado a ser un despreciado Maduro. !Jaque mate! (¿Donald Trump.... o Chapulín Colorado?)
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