Estamos mal. Palabras más, palabras menos, esa es la conclusión de la Misión de Empleo que el Gobierno creó en el 2020 y acaba de entregar sus hallazgos. El mercado laboral colombiano es ineficiente, tiene regulaciones desactualizadas, excluye especialmente a las mujeres, está plagado de costos innecesarios y no fomenta la formalización. Mientras no haya la voluntad política de llevar a cabo reformas estructurales y diversas, seguiremos teniendo una economía obstaculizada por la cantidad de personas que tienen que estar cambiando de trabajo cada cierto tiempo.
La Misión de Empleo fue convocada por el Ministerio del Trabajo y estuvo liderada por Santiago Levy, expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y Darío Maldonado, economista de la Universidad de los Andes. Su conclusión principal, en palabras de Levy, es que “la mayoría de los trabajadores colombianos reciben una protección social insuficiente y tienen empleos precarios”. Por eso, nuestro mercado laboral “funciona muy mal”.
Si se siente como noticia vieja es porque el diagnóstico sobre el atraso de nuestro mercado laboral ha sido realizado una y otra vez, desde distintas fuentes. Los motivos están sobre la mesa: tenemos una regulación pensada para una realidad laboral muy distinta a la que caracteriza a Colombia actualmente, los líderes políticos no han podido aprobar reformas estructurales en temas espinosos como las pensiones y la financiación de las cajas de compensación, la discusión sobre el salario mínimo suele estar rodeada de populismo y radicalismos de lado y lado, y no se ha dado un debate sobre cómo flexibilizar la formalización para incluir a más personas en ella.
Los resultados son patentes: 48,1 % de informalidad, 2’653.000 personas desempleadas a pesar de que la tasa se viene reduciendo, 50 % de los trabajadores urbanos tienen ingresos por debajo del mínimo y esa cifra sube a 75 % cuando se habla de trabajadores rurales. El 97 % de las empresas tienen de uno a tres trabajadores, de los cuales el 81 % son informales. Todo esto invita a una conclusión preocupante: los grandes debates nacionales sobre derechos laborales en Colombia no se refieren al país en el que vivimos. Eso no puede seguir así.
Tal vez la evidencia más clara de que nos han faltado respuestas contra el desempleo es la brecha entre hombres y mujeres. El informe de la Misión de Empleo lo confirmó. Las mujeres colombianas son más educadas que los hombres, pero solo 53 % de ellas participan en el mercado laboral, comparado con un 74 % de los hombres. Dijo Levy: “El país no solo subutiliza el potencial de la mitad de su población en edad de trabajar, sino que lo hace con la mitad que tiene más años de escolaridad”.
Por todo esto, es descorazonador que las propuestas económicas en momentos electorales suelen brillar por su ausencia o su populismo. Si queremos reducir la desigualdad, mejorar las condiciones de empleo y darles más seguridad económica a todos los colombianos, las reformas no pueden esperar. Es imperativo tener eso en mente al momento de votar este año.
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