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La cobardía de Rodrigo Duterte en Filipinas

19 de junio de 2020 - 05:00 a. m.
Personajes como Duterte no son capaces de soportar las críticas de una prensa libre y hacen todo lo que está bajo su poder para acallarla. Necesitan que el silencio sea cómplice de sus ataques contra la democracia. / Foto: EFE
Personajes como Duterte no son capaces de soportar las críticas de una prensa libre y hacen todo lo que está bajo su poder para acallarla. Necesitan que el silencio sea cómplice de sus ataques contra la democracia. / Foto: EFE

“La democracia está muriendo poco a poco”. Es la advertencia que hizo la periodista filipina María Ressa, en entrevista con EFE, después de haber sido condenada en un caso que ha sido denunciado como un atentado contra la libertad de prensa. Lo angustiante es que se confirman los temores: el populismo que llega al poder a través de la democracia se aprovecha de ese poder para ir erradicando las libertades individuales y acercándose a la dictadura.

Rodrigo Duterte, presidente de Filipinas, ha sido aplaudido por movimientos de ultraderecha en todo el mundo. Desde Donald Trump en Estados Unidos, pasando por líderes en Colombia y aterrizando en el Vox español, los últimos años han sido la consolidación de agendas políticas autoritarias que ven con buenos ojos la mano dura por encima de cualquier otra consideración. Para ellos, el mesianismo es la única manera adecuada de hacer política, y quien se atreva a criticarlos merece ser víctima de los peores ataques.

Lo que está ocurriendo en Filipinas es una advertencia para el resto del mundo. Ressa, directora del medio independiente Rappler, ha sido perseguida por atreverse a denunciar los atropellos de la guerra antidrogas de Duterte. En su medio se han publicado denuncias de corrupción y de abusos de la fuerza. En respuesta, los seguidores del presidente han realizado ataques coordinados en redes sociales presionando a los periodistas y, por parte del gobierno, se han impulsado acciones judiciales en contra de la directora. Uno de esos procesos es el que acaba de condenar por “ciberdifamación” a Ressa.

Lo más curioso de personajes como Duterte, que se presentan al público como hombres fuertes y todopoderosos, es que tienen un ego frágil y viven en continua paranoia. No son capaces de soportar las críticas de una prensa libre y hacen todo lo que está bajo su poder para silenciarla. Les tienen miedo a quienes investigan, quienes preguntan. Necesitan que el silencio sea cómplice de sus ataques contra la democracia.

Ressa dice que “nosotros hemos sido la advertencia, el objetivo es amedrentarnos a todos. (...) El gobierno ha acumulado un poder tremendo, sin precedentes en democracia. Nuestro poder como ciudadanos emana de la Constitución, que pronto será papel mojado. El país está a punto de tener una ley antiterrorista que permitirá arrestos sin orden judicial de hasta 24 días, y que el gobierno pueda acusarte de terrorismo. ¿No es aterrador? En esencia, permitirá que cualquier crítico del gobierno sea declarado terrorista”.

Estados Unidos expresó preocupación por la condena. Amnistía Internacional dijo que “este veredicto es un fraude y debería anularse. Ressa, Santos (otro periodista condenado) y el equipo de Rappler están siendo perseguidos por sus reportajes críticos de la administración Duterte, incluyendo las violaciones a los derechos humanos que están ocurriendo en Filipinas”.

La prensa suele convertirse en el saco de boxeo favorito de los presidentes autoritarios. Es entendible: somos un blanco fácil y nuestra existencia incomoda. Por eso, cada vez que un periodista es silenciado en cualquier lugar del mundo, los ciudadanos comprometidos con la libertad y la democracia deben alzar la voz. Nos unimos al rechazo de esta sentencia.

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