Paciencia es la palabra clave para la política macroeconómica colombiana. Contrariando los deseos del Gobierno Nacional, de algunos economistas y de los representantes del sector privado, el Banco de la República dio un golpe de independencia y decidió mantener su tasa de interés inmóvil por tercer mes consecutivo, en un 13,25 %. Con la economía colombiana mostrando señales de estancamiento, son comprensibles las preocupaciones y frustraciones con la cautela del Emisor, pero apostar por la prudencia y la consistencia en el manejo macroeconómico le puede ahorrar desastres indeseables al país.
Colombia sigue con una inflación altísima. En agosto tuvimos un aumento inflacionario de 0,7 %, superior al 0,5 % esperado por el Banco, por el Gobierno y por el sector privado. Eso ubica la inflación anual en un 11,4 %. La buena noticia es que seguimos disminuyendo la inflación, como es debido, pero el problema es que no lo hacemos a la velocidad esperada. Por eso, cinco de los siete directores del Banco de la República decidieron mantener la tasa como está, altísima, para evitar que se vuelva a disparar la inflación. Explicando la decisión, Leonardo Villar, gerente del Emisor, dijo que “a pesar de la reducción de la inflación anual, su nivel se mantuvo alto y alejado de la meta”. Y agregó que “una inflación alta introduce distorsiones en la asignación de recursos y genera redistribuciones en contra de los estratos de ingresos bajos de la población”.
Eso último no podemos olvidarlo. Hemos visto cómo la hiperinflación genera desastres en Venezuela y Argentina, por citar dos ejemplos cercanos, y la estabilidad macroeconómica del país es precaria. También hay buenas señales que invitan a pensar que, con un poco de paciencia, pronto veremos un descenso en las tasas: además de que llevamos meses de reducción de la inflación, el Gobierno ya está llegando al tope del reajuste de los precios del combustible. Por eso el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, dijo: “Insistimos en que es absolutamente importante generar cierre financiero para obras civiles y procesos de construcción de vivienda, que son los que permiten reactivar la economía”.
Es cierto, como escribió Salomón Kalmanovitz en El Espectador, que “la junta del Emisor fue menos acuciosa con el gobierno de (Iván) Duque. De haberlo sido, los desequilibrios macroeconómicos hoy serían menores”. No obstante y aunque frustre a la administración Petro, eso no significa que ahora debamos correr a bajar las tasas de interés.
Ha sido muy difícil recuperar la economía colombiana después del golpe de la pandemia. Pese a los esfuerzos, la inflación sigue siendo alta y hay señales de alerta que no se pueden ignorar. El Banco de la República hace bien en hacer valer su independencia, siempre abierto a recibir comentarios y considerar reajustes. Si los datos de inflación de los próximos meses son prometedores, será momento de cambiar de estrategia. Pero, por ahora, debemos esperar.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
Nota del director. Necesitamos lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.