Volvimos a la cuarentena en Bogotá. Parcial y por localidades, pero con posibilidad de empeorar aunque desde el Distrito estén buscando dar señales de tranquilidad. La realidad es que la tasa de ocupación de las unidades de cuidados intensivos (UCI) se acerca, de nuevo, a niveles de riesgo, los efectos de las fiestas se van a sentir durante las próximas semanas y el sistema de rastreo y monitoreo no ha sido suficiente para evitar la tragedia. Justo en vísperas de la llegada de la vacuna, cuya aplicación será un proceso complicado y demorado, Colombia se acerca a otro pico de la pandemia. ¿Qué falló? ¿Estamos ante lo inevitable?
Claro, era de esperar que el fin de año aumentaran los casos. El Reino Unido, acosado por la nueva cepa, tuvo que decretar una cuarentena total. Estados Unidos sigue con un liderazgo político en negación, pero la situación ha venido empeorando exponencialmente. Ahora Colombia, después de meses de aumentos y aumentos, está viendo cómo los casos se disparan. El problema es que estos tres ejemplos tienen algo en común: las autoridades han tenido fallas en su actuar. De nada han servido los reclamos del personal de salud pidiendo prudencia y control.
Vemos dos motivos para lo que está pasando. Sí, es cierto que la gente se relajó en diciembre. Se vieron y se siguen viendo reuniones sin las precauciones necesarias. Las personas están cansadas de un encierro largo y un año muy complejo. Además, hay quienes tuvieron que salir sí o sí para poder trabajar y subsistir en un país con una crisis económica compleja. Hizo falta, nos repetimos, que el Estado fuera más generoso y ambicioso con la construcción de una red de ayudas que fomentara que las personas se quedaran en casa.
La otra razón recae sobre las autoridades. Es infame la fotografía de la alcaldesa Claudia López, sin respetar el distanciamiento social, compartiendo con varios ciudadanos una noche en la ciudad. Y luego, su comentario de que “le pudo” la emoción de la Navidad. Después, al celebrar la final del Fútbol Profesional Colombiano, con cerca de 5.000 hinchas, se siguió agudizando un mensaje muy equivocado de que ya podíamos bajar la guardia. La evidencia ha demostrado lo contrario. Ahora la ciudad está en riesgo de pagar unas serias consecuencias.
Sin un trabajo juicioso de rastreo y seguimiento a los casos, que no se ha hecho, no puede controlarse la pandemia. En ese contexto, las nuevas cuarentenas (inicialmente solo en Suba, Engativá y Usaquén, pero con potencial de expandirse si la situación sigue fuera de control) no prometen ser suficientes. Al cierre de esta edición, la ocupación de las camas UCI en Bogotá estaba en un 79,6 %. Si llega al 85 %, habría una reunión urgente con el equipo epidemiológico del Distrito. Viendo las proyecciones, parece muy difícil que no se alcance ese nivel.
Mientras volvemos al encierro, vuelve el temor de la crisis económica. Fenalco estimó que más del 30 % de los comercios en la capital cerraron de manera definitiva. Con el aumento en los contagios, la situación seguirá siendo grave. ¿Qué más medidas se tomarán? ¿Aprendimos la lección de marzo pasado?
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