Reabrir aeropuertos con suma cautela

19 de agosto de 2020 - 05:00 a. m.
Se trata de un proceso de cálculo difícil: ¿cómo reabrimos sin causar un desastre? ¿Cómo evitamos empeorar el pico en el que nos encontramos? ¿Cómo reactivamos la economía, una necesidad que es imperiosa? / Foto: Óscar Pérez - El Espectador
Se trata de un proceso de cálculo difícil: ¿cómo reabrimos sin causar un desastre? ¿Cómo evitamos empeorar el pico en el que nos encontramos? ¿Cómo reactivamos la economía, una necesidad que es imperiosa? / Foto: Óscar Pérez - El Espectador
Foto: Óscar Pérez

Se viene un reto interesante pero necesario para el país. Con el anuncio del presidente de la República sobre la reactivación de algunas rutas aéreas se empieza a dar alivio a uno de los sectores más afectados por la pandemia, se reconoce la labor que vienen haciendo los aeropuertos y las aerolíneas para construir espacios con todas las medidas de bioseguridad necesarias, y se permite que los colombianos empiecen a movilizarse. Se trata, por supuesto, de un riesgo cuando los contagios y los muertos siguen en aumento. Pero si se cumplen las normas y se respetan las medidas de seguridad empleadas, el libre flujo de personas ayudará a las economías golpeadas.

No ha sido fácil. Los aeropuertos, en Colombia y en todo el mundo, se convirtieron en focos de contagio. El país tardó en cerrar sus aeropuertos, lo que causó consecuencias negativas con las que aún estamos lidiando. Pero, como ocurrió con tantos otros sectores, tener limitados los vuelos ha causado una reacción en cadena. Las aerolíneas, sus empleados y todos los trabajadores de los aeropuertos se encuentran en crisis económica. Además, las ciudades que necesitan el flujo de personas para mantener a flote sus economías también han sufrido. Preocupan, por ejemplo, casos como el de San Andrés, que en medio de la denunciada corrupción no tiene suficientes camas para atender la emergencia y aun así están asfixiados por la ausencia de turistas, que son pieza esencial de la subsistencia de sus habitantes.

Entonces, se trata de un proceso de cálculo difícil: ¿cómo reabrimos sin causar un desastre? ¿Cómo evitamos empeorar el pico en el que nos encontramos? ¿Cómo reactivamos la economía, una necesidad que es imperiosa?

El presidente Iván Duque dijo que “Colombia está dando un paso en la reactivación, pero con toda la responsabilidad”. Hablando sobre el aeropuerto José María Córdova en Rionegro, Antioquia, dijo que desde allí “se van a habilitar seis rutas aéreas más y se habilitarán con todos los protocolos de bioseguridad, con los protocolos del sistema aeroportuario”. También anunció que “se van a habilitar otras rutas aéreas, como ya lo ha dicho el ministro de Salud, 15 rutas en la ciudad capital de nuestro país y se van a habilitar otras rutas en San Andrés, en Cartagena, en Pereira, se van a habilitar otras en zonas de frontera con nuestra Amazonia”.

Ya la Alcaldía de Cartagena había solicitado ser uno de los pilotos. El trayecto Bucaramanga-Cúcuta fue utilizado para experimentar. Los resultados, hasta ahora, han sido positivos: los aeropuertos han mostrado su compromiso con la bioseguridad y los pasajeros cumplen las reglas, en parte aliviados de poder movilizarse.

Los riesgos, sin embargo, persisten. Sabemos que los espacios cerrados y con aire acondicionado, como un avión, son propicios para la transmisión del virus. Los aeropuertos, si no tienen distancia social y constante limpieza, también son un espacio de peligro. Por eso, a medida que reabrimos, la carga recae sobre los colombianos que decidan viajar: de su buen comportamiento depende que la situación no se salga de control.

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