¡Gracias, profes!

Camilo Camargo
10 de mayo de 2020 - 05:00 a. m.

Todos tenemos algún profesor que ha influido de manera profunda en nuestra personalidad y en nuestra forma de ser. En algunos casos puede ser un profesor de una materia de humanidades, otro en una materia de ciencias o matemáticas, o tal vez un profesor de educación física, de artes o de música. Estos profesores son referentes para nuestra forma de ser, nuestra forma de actuar y nuestra forma de educar.

En mi caso, tengo muchos profesores que influyeron de manera positiva en mi formación. Quiero compartir dos historias específicas que muestran la calidad humana de algunos de estos profesores. Cuando estaba en sexto grado tuve algunas dificultades académicas. El resultado de esas dificultades fue la pérdida del año. Recuerdo que, regresando del colegio, el día que me enteré que había perdido el año, me senté en el bus al lado de un profesor llamado Germán Carrillo. Uno de los recuerdos más vividos que tengo es esa conversación que tuve con Germán sobre la pérdida de año y lo que eso implicaba. Lo que más recuerdo de él fue su capacidad de escucha y de empatía para entender lo que yo estaba sintiendo y viviendo. Al año siguiente, Germán fue mi director de grupo y recuerdo con mucha alegría la primera entrega de notas que tuvimos. Yo venía acostumbrado a una entrega de notas donde había bastantes comentarios negativos sobre mi desempeño académico y Germán hizo exactamente lo opuesto en esa entrega. Resaltó cómo mi actitud hacia el aprendizaje había cambiado y cómo estaba mucho más dedicado a esa parte académica. Dijo unas cosas muy importantes y bonitas para mí que hoy en día todavía mantengo en mi corazón. Esa voz de aliento y ese acompañamiento que me dio en un momento difícil de repetición de año fueron fundamentales para que después pudiera cambiar completamente la forma como me aproximaba al aprendizaje.

Por otro lado, tuve un profesor en la universidad que nos motivaba a hacer las cosas diferentes. En esta ocasión el profesor nos motivó a un grupo de compañeros y a mí a solicitar apoyo de la universidad para ir a estudiar tigres en la India. Mis dos compañeros y yo hicimos la propuesta, tuvimos varias entrevistas y nos otorgaron la financiación. Cuando llegamos a la India empezamos a darnos cuenta de la realidad del mundo de la investigación. Lo primero fue que ¡no habíamos tramitado ningún permiso para entrar a los parques donde estaban los tigres! Así que de manera rápida nos tocó hacer unos ajustes a nuestras preguntas de investigación y cambiar las metodologías que teníamos propuestas. Al final, acabamos haciendo una investigación sobre cómo se relacionan las personas que viven cerca de Parques Nacionales con esos entornos naturales y fue una experiencia cultural y académica inolvidable. Tengo muchísimos recuerdos y aprendizajes de ese viaje y sólo tengo agradecimientos a la universidad que me dio ese apoyo. El día de mi grado de la universidad le pregunté a este profesor las razones por las cuales nos había apoyado y acompañado en este proyecto; él me dijo que sabía que nosotros no íbamos a producir ningún artículo que cambiaría el mundo, ni íbamos a hacer una investigación profunda sobre tigres, pero que durante todo el proceso íbamos a aprender un montón de habilidades para la vida.

Estos dos profesores son ejemplos para mí en mi labor diaria. Me llevaron a formarme como persona y a valorar interacciones pequeñas y grandes, y a darme cuenta del significado de una conversación en el momento adecuado. También a soñar en grande y a aprovechar todas las oportunidades que existen para aprender.

Los aprendizajes que recibimos de los profesores a diario van mucho más allá de las áreas básicas como matemáticas, ciencias y lenguaje. Los profesores son unos modelos de vida y de cómo expresar valores en acciones. Todos los días hay ejemplos de profesores que dan la milla extra para acompañar a los estudiantes, para buscar que aprendan y para que se vayan formando como ciudadanos de bien. La voluntad y la vocación de los profesores es increíble y en un mundo tan cambiante y con tantas demandas, son figuras fundamentales en forjar una sociedad justa donde todos los niños y jóvenes tengan oportunidades. Esta semana quiero celebrar esa dedicación, compromiso y amor que vemos a diario en los profesores para cumplir con su vocación. En esta coyuntura de cuarentena he tenido la oportunidad de trabajar con un grupo de educadores maravilloso, que muestra una dedicación diaria a sus estudiantes y a su formación integral. Y estoy seguro que ese es el patrón común entre los docentes que están esta semana celebrando el día del maestro.

En esta época de educación en casa, el rol del profesor es aún más importante. En este caso, el profesor sirve como un ancla para los estudiantes y va mucho más allá de ser solo un “curador de contenidos”. El profesor es la guía del proceso de aprendizaje, es quien sabe qué están logrando los estudiantes y qué no, y es el qué está pendiente de la parte emocional de los estudiantes en sus casas. Esa responsabilidad va mucho más allá de lo que se pensaba que era el rol del profesor hace unos años.

Es un buen momento para celebrar la vocación docente y ese deseo de cambiar el mundo a través de la enseñanza ¡Muchas gracias, profesores de todo el mundo, por ese compromiso en formar unas nuevas generaciones!

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