La letra con leche condensada entra

Se suele sostener que el derecho es básicamente lógica, pues se supone que la ley, al regular situaciones, y el juez, al resolver conflictos, lo que realmente hacen es brindar las soluciones más adecuadas y evidentes a la vista de cualquiera.

Axel Germán Navas*
24 de abril de 2017 - 02:00 a. m.

Se suele sostener que el derecho es básicamente lógica, pues se supone que la ley, al regular situaciones, y el juez, al resolver conflictos, lo que realmente hacen es brindar las soluciones más adecuadas y evidentes a la vista de cualquiera. No obstante, tal vez por esa triste y no del todo injusta fama de querer enredar y tergiversarlo todo con el único fin de sacar avante nuestros intereses, los abogados solemos resultar incomprensibles.

Por eso, cuando se inician los estudios de derecho hay cosas que se presentan o que toca aprender y que para un recién bachiller, o cualquier persona ajena al mundo jurídico, resultan absolutamente incomprensibles e inclusive aberrantes. Una de ellas es que en una carrera que tiene fama de conservadora, e inclusive de mojigata, la primera materia a la que se enfrentan los estudiantes se denomina introducción al derecho. “Mijito, ¿qué es eso? ¡Por Dios!”, exclamó mi abuelita cuando orgulloso le mostré mi horario de clases el primer día de la universidad y le prometí que iba a ser un doctor.

Otra es que hay una norma que dispone que “la ignorancia de las leyes no sirve de excusa” (Código Civil, art. 9). En esos momentos, con verdadero pánico ante lo perentorio del postulado y lo aparentemente absurdo del mismo, se vienen a la memoria el comentario según el cual Colombia es un país de leyes, pues para cada cosa hay una, o la noticia de prensa que da cuenta de que en el inventario legislativo hay jijuemil de ellas, de las cuales muchas no sirven para nada, otras son tan viejas que lo que regulan ya no existe y las que son útiles no se cumplen. Entonces, con ese susto surgen varias preguntas: ¿será que, porque la ley lo manda, lo que no se sabe se aprende? ¿Acaso el derecho no se ha humanizado y, así como no hay prisión por deudas, aquello de que “la letra con sangre entra” no se encuentra mandado a recoger? ¿Cinco años de carrera, que equivalen a pinches 1.825 días, serán suficientes para aprenderse un jurgonón de artículos, a cual más aderezados de parágrafos e incisos? ¿El novel cerebro dará para tanto?

Por eso, sin temor al equívoco, se puede afirmar que la primera ley, para el caso de física, que realmente comprendimos varias generaciones, la aprendimos gracias a la leche condensada, pues todos los niños sabíamos que si no se le abrían dos huequitos al tarro, por más fuerza que hiciéramos al chupar no salía ni una gota. ¡Eso sí ameritaba que nos llamaran doctores!

* Magistrado auxiliar del Consejo Superior de la Judicatura.

Por Axel Germán Navas*

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