Cuando Sylvia Rivera y Marsha P. Johnson juntaron valor alzándose en contra de la persecución y el atropello consecuente que sufría la comunidad LGBTIQ+ por parte del sistema judicial y policial de los Estados Unidos, sin saberlo, cambiaron la historia de su movimiento. En el corazón de Greenwich Village, en Nueva York, el 28 de junio de 1969 se creó el Día Internacional del Orgullo LGBTIQ+ y en torno a este, el Mes del Orgullo.
Tras 52 años y unos 4.000 km al sur de aquel bar Stonewall Inn, donde inició todo, en Colombia se registraron 76 homicidios y feminicidios de personas LGBTIQ+ en 2020, según cifras de la Defensoría del Pueblo.
Lo cierto es que la sociedad colombiana ha estado muy alineada a las costumbres tradicionales y religiosas, las cuales en su mayoría no aceptan nada más allá de la heteronormatividad. Por esto, las personas que forman parte de la comunidad no se sienten con la libertad ni la seguridad para poder expresar su diversidad sexual y de género, por lo que la existencia de este mes se puede considerar un símbolo de resistencia y esperanza para ellas alrededor del mundo, pero también debería ser un mes en que personas ajenas a la comunidad puedan iniciar un proceso de conocimiento y construcción de conciencia y respeto.
En la encuesta Colombia Opina n.° 5, realizada por Invamer en agosto de 2020, el 56,7 % de las personas encuestadas estaban en desacuerdo con el matrimonio civil entre parejas homosexuales. Cabe señalar que el matrimonio entre parejas del mismo sexo está legalizado en el país desde el 28 de abril de 2016, gracias al fallo de la Corte Constitucional.
¿Cómo se puede vivir en un país donde tus derechos fundamentales están siendo afectados por tu diversidad sexual y de género?
Según el DANE, en Colombia hay cerca de 256.000 personas LGTBIQ+, este número sin incluir a las personas que no están seguras de hablar sobre su diversidad sexual y de género, mucho menos en las encuestas del Gobierno, pero todas ellas se han hecho esta pregunta, algunas a diario. Por esta razón, se vuelve primordial que la sociedad impulse espacios generados alrededor de fechas como el Mes del Orgullo para mínimamente entender y respetar tanto a la comunidad como a las personas que forman parte de ella.
La creación de espacios seguros, políticas de inclusión y pedagogía en los ámbitos educativos es fundamental para la construcción de una sociedad más incluyente. Tenemos una responsabilidad y una deuda histórica en cuestiones de reconocimiento e igualdad. Esto se refleja tanto en las cifras como en las múltiples historias que se pueden escuchar de conocidos, amigos, familiares y parejas sobre el fenómeno de la discriminación.
En este mes de junio debemos realizar ejercicios de reflexión y pedagogía. Tal vez pueda ser difícil de entender para algunas personas, pero allí radica la importancia de estas fechas para la comunidad, pues se sienten libres para poder expresarse como realmente son, ya sea con su ropa, su cultura, su arte o cosas más personales, como hablar con su familia de su orientación sexual o identidad de género o salir a la calle con su pareja sin miedo a represalias.
Debemos iniciar con pasos pequeños y constantes que nos ayuden a construir un futuro prometedor, donde cada persona pueda ser ella misma, sin tapujos, sin temor a prejuicios de ninguna clase, sin miedo a morir por demostrar en público sus preferencias. Tal vez ese día podamos hablar no del día ni el Mes del Orgullo, tal vez podamos hablar de toda una vida del orgullo LGTBIQ+.