#SOS Tumaco

Antonio Casale
11 de mayo de 2020 - 03:00 a. m.

Tumaco ha sido cuna de grandes deportistas. Generación tras generación nos han reportado momentos de intensa felicidad gracias a las gestas de los pocos que escaparon al hambre corriendo detrás de un balón y se convirtieron en héroes. Ellos consiguieron sus sueños, pero otros, la gran mayoría, flaquearon ante la tentación de hacer parte de la guerra, el narcotráfico y otros males que por siempre han acompañado a esta región.

Colombia entera vibró con Willington Ortiz. Todos coinciden en que nació en la época equivocada, de haber sido en estos tiempos nadie dudaría de su presencia en un club grande de Europa. Los hinchas de Millonarios recordamos con devoción a La Gambeta Estrada, compañero de fechorías de Arnoldo Iguarán en el ataque, los de América a El Tigre Castillo, los del Cali a Víctor Bonilla, los del Tolima a Carlos Darwin Quintero, los de Nacional a Víctor Ibarbo y los de Santa Fe a Léider Calimenio Preciado. Los de Banfield, en Argentina, ya llevan en su corazón al joven arquero Iván Mauricio Arboleda.

La selección de Colombia, la que nos une a todos, los recibió y ellos correspondieron con instantes imborrables de alegría. Todos aprendimos a bailar celebrando los goles de Pablo Armero, el mismo que marcó el primero ante Grecia para abrir la historia más linda que recuerde el fútbol colombiano, el Mundial de Brasil 2014. Todas estas hazañas tuvieron voz propia en el relato de Paché Andrade, otro tumaqueño.

Cuando triunfan nos sentimos orgullosos de ser colombianos, se nos infla el corazón y los elevamos a la categoría de héroes. Y ellos, noblemente, dedican sus triunfos a un país que jamás los ha hecho sentir parte de él. Entre el olvido y la corrupción, Tumaco se ha convertido en un lugar incómodo para los gobernantes.

Pero sus casi 200 mil habitantes, sin contar los cientos de miles que viven a su alrededor, necesitan, más que nunca, de nosotros. El maldito coronavirus está arrasando como un incendio forestal con decenas de vidas. Muchos de ellos ni se enteraron de la existencia del virus, nunca hubo comunicación, ni educación, ni salud, ni nada. Los dos hospitales de Tumaco colapsaron la semana pasada y los casos positivos se multiplican de manera alarmante. No hay forma de atender a alguno si se agrava; habría que trasladarlo a Cali, con todo lo que ello supone.

Tal vez ya es demasiado tarde para acciones que se debieron tomar hace muchos años, pero todavía se pueden salvar vidas. La gente de Tumaco NECESITA sentir que hace parte del país que ama.

 

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