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Un dron por los cielos del planeta

Marcos Peckel
21 de octubre de 2020 - 05:04 a. m.

Es grave lo que el dron ve sobre la superficie, pero como cuenta con sistema infrarrojo e inteligencia artificial y tiene capacidad de auscultar e inferir lo que se cocina en las entrañas de nuestro planeta, la situación aparece más grave aún. El dron, con su tapabocas bien puesto, vislumbra un virus que llega a su primer año, con el sugestivo nombre de COVID-19 causando estragos en el planeta todo.

Más de un millón de fallecidos, 40 millones de infectados y los que faltan, ciudades fantasmas por las cuarentenas, millones de ciudadanos que con su largo esfuerzo habían ascendido a la clase media, otra vez sumidos en la pobreza y gobiernos aprendiendo y fracasando en el intento.

Misiles matando civiles en Yemen, Siria, Azerbaiyán, Armenia y demás, un profesor francés decapitado por un yihadista indoctrinado en una mezquita por un imán radical, Beirut desolada por una masiva explosión en la que los terroristas de Hezbollah tienen mucho que aclarar y Maduro ahí, todavía ahí.

Se acerca el dron a los cielos de los Estados Unidos pero la extrema turbulencia lo saca del equilibrio necesario para poder llevar a cabo los análisis de rigor. La polarización es tan visible que en su pantalla aparecen bien marcados los colores rojo y azul sin zona de morado o lila en el medio. Manifestaciones multitudinarias de personas sin tapabocas luciendo cachuchas con las letras MAGA vitoreando al inquilino actual de la casa blanca, mientras que con mas bajo perfil, sin mucho carisma, pero con exceso de decencia y compostura, el otro candidato busca atraer votantes, principalmente aquellos que detestan el MAGA, lo que sea que esto signifique.

Camino al sur el dron pasa por las Américas devastadas por dichoso virus reportando que el descontento social crece en un continente que se acerca una vez más a sus conocidas décadas perdidas, en que el populismo levanta cabeza y sobre el que infiere a través de su sistema infrarrojo, que las tareas pendientes: sociales, institucionales, ambientales, democráticas, seguirán pendientes.

El dron cruza el Atlántico y el Mediterráneo, arma su sistema antimisiles para protegerse y llega al medio oriente región que quiso evitar, pero debía cumplir con su misión. Sin embargo, se sorprendió positivamente al detectar con sus propias cámaras que la paz es posible, que solo se necesita voluntad y celebró los acuerdos de Abraham que acercaron a Israel con países del golfo.

En todo caso siendo el Medio Oriente lo que es, no pudo evitar la devastación del Levante; Irak y Siria, a las descontroladas fuerzas otomanas haciendo de las suyas al igual que los proxis de los Ayatolas de Teherán.

Mas al oriente, agudizando sus sistemas de observación y con su inteligencia artificial cargada, el dron oye tambores de guerra en el mar de la China. Saca de su biblioteca las enseñanzas de Tucídides, presume que puede estallar la madre de todas las conflagraciones, pone sus motores a toda y se vuela de ahí.

 

Atenas(06773)21 de octubre de 2020 - 06:28 p. m.
Gráfica y amena manera de pasar un vistazo al mundo, q' anda loco, loco, loco, y desde siempre, solo q' hoy con mucho mayor riesgo contra nuestra civilización. Seguimos siendo presas del Síndrome de Caín, y poco puede descartar tal conflagración. El fratricidio es como nuestra impronta.
David(70623)21 de octubre de 2020 - 02:47 p. m.
Buena columna, muy ingeniosa pero a la vez realista la estrategia narrativa para contar lo que está pasando en el mundo (esos drones que se han convertido en nuestros "grandes hermanos" y un poco más que eso).
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