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“El diálogo acabaría los problemas con Nicaragua”: Ernesto Samper

A propósito del lanzamiento de su nuevo libro, el expresidente habló del histórico diferendo con el país centroamericano y de lo que se avecina si no se abren canales de diálogo con dicho Estado.

Juan Sebastián Lombo
18 de febrero de 2023 - 02:00 p. m.
El expresidente Ernesto Samper Pizano publicó un libro sobre el diferendo con Nicaragua.
El expresidente Ernesto Samper Pizano publicó un libro sobre el diferendo con Nicaragua.
Foto: Mauricio Alvarado / El... - Mauricio Alvarado

En los próximos días se vivirá un nuevo capítulo en el litigio histórico entre Nicaragua y Colombia en la corte de La Haya. Las últimas decisiones del tribunal internacional han sido en contra del país, por lo que no se espera un resultado diferente. Mientras se conoce la nueva determinación, El Espectador habló con el expresidente Ernesto Samper sobre su nuevo libro: “El calvario de La Haya: el litigio marítimo con Nicaragua”.

En este libro, el exmandatario liberal hace un recorrido histórico del diferendo fronterizo desde sus primeros momentos hasta su llegada a los tribunales de La Haya en 2001. Más allá de contar algunas infidencias, la tesis central es que el país se hubiese podido ahorrar tantas derrotas si hubiese optado por la vía del diálogo puesto que, como destaca en algunos apartados, ya se sabía que el litigio no sería favorable. En entrevista con El Espectador, Samper habló de esta tesis y de otras razones por las que Colombia ha tenido todas las de perder frente al país centroamericano.

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¿Por qué hacer un libro sobre el diferendo con Nicaragua? ¿Es una forma de pasarles cuenta de cobro a sus sucesores?

Es una manera de hacer un reclamo sobre cómo no se debe manejar la política internacional del país, cómo necesitamos volver a tener políticas de Estado en temas internacionales y cómo a veces la percepción de que lo nacional es más importante que lo internacional nos lleva a cometer equivocaciones muy dolorosas.

De acuerdo con lo que expone en su libro, ¿cuál ha sido el gran error de Colombia en este diferendo?

Lo primero fue no tener una estrategia de defensa definida y no estar preparados para las sorpresas. A nosotros nos sorprendió desde la primera denuncia hasta el último fallo. Nuestra estrategia de defensa siempre fue sacarle el cuerpo a la Corte, y eso produjo reacción en la Corte. También cometimos errores fundamentales como tratar de cambiar el meridiano 82 como límite marítimo que estábamos defendiendo en la mitad del gobierno de Uribe, haber desconocido la competencia de la Corte, haber alegado una cosa juzgada que no existía frente a la plataforma. O sea, creo que si metiéramos en Google cómo no se debe manejar un litigio internacional, hubiese salido la estrategia de Colombia.

¿Había alguna forma de no haber perdido en tantas ocasiones frente a Nicaragua?

Por supuesto, la negociación. Desde el comienzo el país se dividió entre los que afirmaban que el meridiano 82 era un límite marítimo que regía sobre todo los espectros del mar entre Colombia y Nicaragua -que fue lo que definió el tratado Esguerra-Bárcenas en 1928- y los que pensábamos que las figuras del derecho del mar se crearon en los años 50 y por eso Colombia debió entrar a hacer la delimitación submarina con Nicaragua, porque el meridiano 82 fue un simple reparto de islas. Esa diferencia de fondo sobre el carácter del meridiano 82 finalmente fue la que llevó a Nicaragua, por razones jurídicas, políticas y económicas, a denunciarnos en el año 2001, cuando nosotros pensábamos que no iba a ser capaz de hacerlo.

¿Lo que quiere decir es que por la vía de La Haya Colombia tenía todas las de perder desde el comienzo?

Durante mi gobierno, en un informe que prepararon los mejores internacionalistas de la época y que lideró el expresidente Alfonso López Michelsen, la primera recomendación era no se dejen llevar a La Haya, porque no tienen nada que ganar allá, todo lo que se obtendrá allá son pérdidas. La segunda recomendación era no desconocer la competencia de la Corte, no es una buena estrategia jurídica pelear con el juez que va a tomar la decisión sobre uno. La tercera es si la Corte decide a favor de Nicaragua, va a delimitar directamente y no va a dejar que los países lo hagan. Cometimos todos los errores en línea y estamos en el peor de los escenarios.

En su libro dice que Andrés Pastrana conoció ese informe, pero el expresidente conservador lo niega...

Él creía que negando el informe podía explicar su responsabilidad en haber negado la competencia de la Corte 24 horas antes de que nos denunciara Nicaragua, cuando la Cancillería sabía que cualquier denuncia del tratado o de la competencia debía hacerse un año antes. Simplemente por salvar la cara hizo todo eso. Fue su mayor error y luego no se articuló la mejor defensa en ningún momento.

Entre sus sucesores, ¿alguno tuvo más responsabilidad en este proceso?

Cada cual responderá por su gestión. Creo que fueron una cadena de desaciertos las respuestas que dimos a las pretensiones de Nicaragua. Seguramente si hubiéramos hecho una delimitación directa tendríamos que haber entregado algo, pero no tanto como lo que perdimos por la vía judicial.

Los sectores de derecha han tratado de responsabilizar de casi todo a Juan Manuel Santos, porque él fue quien recibió el fallo, ¿sí tiene esa responsabilidad que tanto le han achacado o el resultado era irreversible?

No quiero abrir un debate sobre las responsabilidades de mis sucesores, porque la pretensión del libro simplemente es una reflexión pedagógica de cómo Colombia ha dejado perder 76.000 km2 de su mar por problemas de estrategia. La falla de Santos fue seguir la línea de defensa que se seguía y de esta manera desconocer el Pacto de Bogotá, cuando este se hizo por solicitud de Colombia en 1948 -después del 9 de abril- y fue un homenaje que se le hizo al país, por eso el nombre. No tenía sentido tratar de tumbar el tratado cuando se presentó la demanda de inconstitucionalidad. La Corte Constitucional ya había dicho que tocaba cumplir el tratado y eso implicaba ir a sentarse con Nicaragua para definir un nuevo tratado de límites.

Puede leer: Lea el primer capítulo de “El calvario del litigio”, el libro de Ernesto Samper

Al desconocerse el Pacto de Bogotá, ¿alguna vez pararán los litigios con Nicaragua?

Sólo si hubiese un acuerdo con Nicaragua, y es que hasta el final la puerta está abierta para un diálogo. Podíamos haberlo hecho desde hace 40 años y no se hizo. Necesitamos hacer un acuerdo con Nicaragua y reivindicar nuestra presencia. Lo que más me preocupa es la situación de los raizales. Si esto lo hubiéramos alegado desde el principio, las cosas hubiesen sido diferentes en la corte. Además, estamos hablando de un banco coralino, del cual tenemos 30.000 km2 cuando tiene 300.000 km2. Podríamos hacer una zona transfronteriza como establece la Unesco para proteger ese banco con los otros seis países que tienen competencia. Podríamos hacer un acuerdo con Nicaragua, como lo pidió el Tribunal en su último fallo, para defender todo eso.

En su libro dice que desde el gobierno de Carlos Lleras Restrepo ya se venía cocinando este diferendo, ¿por qué en su gobierno no hubo una actuación oportuna?

Sí la hubo, en la Cumbre del Grupo de Río que se celebró en Ecuador durante mi gobierno. En ese entonces sacamos una declaración con la entonces presidenta de Nicaragua, Violeta Chamorro, en la que decíamos que los presidentes se pondrían de acuerdo para definir el carácter del meridiano 82, que era una forma de empezar una negociación de límites. Pero entonces todos los sectores enemigos de una negociación lo impidieron. Pasó igual a la época de López Michelsen, en la que él propuso una negociación desde Costa Rica y todos le cayeron encima. Él ya había entendido que los reclamos de Nicaragua eran por San Andrés, pero lo que realmente querían era el mar. Ya después se supo que San Andrés estaba seguro y lo que querían era mar, pero cuando salió la primera decisión de la Corte, en la que decían que San Andrés y Providencia eran de Colombia, nosotros celebramos como si fuera la final del Mundial y no nos dimos cuenta de que era un contentillo para quitarnos el mar.

Hay una tesis que ha hecho carrera y es que parte de las derrotas de Colombia ante Nicaragua son por los continuos cambios en la representación ante La Haya, mientras que el país centroamericano solo ha tenido una vocería. ¿Tiene alguna razón?

Es absolutamente cierto, Nicaragua en todo este tiempo solo ha tenido al embajador Carlos Argüello, que ha ganado todas las causas en las que se ha metido en contra de Honduras, Estados Unidos y Colombia. En cambio nosotros hemos tenido nueve embajadores en todo lo que duró el pleito.

Todo parece indicar que el presidente Petro entendió que la vía es negociar, pero esto ha sido a cambio de no condenar a Nicaragua por la violación de derechos humanos. ¿Toca sacrificar el compromiso con los derechos humanos a cambio de sentarse a negociar?

De ninguna manera, lo que pasa es que toca diferenciar lo que son las relaciones internacionales que deben ser entre Estados y las relaciones entre gobiernos. Así como Colombia tiene todo el derecho de reivindicar los derechos humanos, tenemos la obligación de respetar acuerdos hechos como Estados. Mañana puede que no esté el señor Ortega y va a ser absolutamente necesario sentarnos a negociar los límites. Este es un problema de Estados, no de gobiernos.

Además: Colombia vs. Nicaragua: ¿cómo le fue al país en la última ronda de argumentación?

¿Alguna infidencia que se vaya a conocer en su libro que no se tuviera conocimiento antes?

Los anexos están llenos de noticias. El primer anexo es el concepto que emitieron los profesores internacionalistas.

¿Cuál será el resultado de los próximos días en La Haya?

Creo que el Gobierno está dando los pasos adecuados en la defensa ante La Haya, por lo menos el enfoque que conozco está bien orientado. Soy razonablemente optimista en que va a ser aceptado. Pero pienso que en cualquier momento, pero más ahora, abrir un espacio de diálogo acabaría los problemas con Nicaragua y nos permitiría defender el mar que nos quitaron, los raizales que ya no pueden pescar donde históricamente lo hicieron y la Reserva Seaflower como el banco coralino más importante del Caribe. Este Gobierno, que asegura estar por la vida, ahí tiene una reserva de vida tan importante como la del Amazonas.

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